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EL AMANTE PERFECTO Y OTROS CUENTOS POR INFERENCIA
Salvador Alario Bataller
De los BREVES:
Besos afilados
Se llamaba Megalie, eso dijo, y al poco de darnos la tabarra, comprendimos que estaba loca de atar. Estábamos cenando mi amigo y yo en la terraza de un bar de un barrio poco conocido de París. Se sentó a nuestra mesa y se metió en la conversación sin que nadie la invitase, pero como estaba de muy buen ver no mostramos ninguna objeción. Poco tardamos en sentirnos alarmados, porque, sin el menor motivo, se puso a despotricar de una manera exagerada. Todo se lo tomaba a mal y ni mi amigo ni yo nos libramos de sus invectivas. Hideputas fue lo más suave que nos dijo. Después de largos minutos de acalorados ataques, cambió el modo, ahora apenadas disculpas y grandes muestras de arrepentimiento.Se fue un par de veces al aseo, posiblemente a meterse algo por la nariz. Mientras tanto bebía como un cosaco y la alarma que sentíamos se intensificó. En sus hermosos ojos oscuros percibí entonces lo que mi amigo no advirtió, la mancha oscura de la locura en su mirada errática. Este ir y venir de la ofensa a la culpa se repitió en varias ocasiones, hasta que al fin se derrumbó en un llanto desconsolado que mi buen compañero se apresuró a confortar. Ella dijo que normalmente no era así y comencé a anticipar algo muy malo.Amadeo seguía abrazándola y prodigándole atenciones y yo ya sabía por donde iba, por putero y descerebrado. Le dije que nos deshiciésemos de ella, que llamásemos un taxi para que se la llevase lejos, a su casa o a donde fuera.
-Una chupadita y ya está –me respondió con mirada sardónica el inconsecuente.
Le recriminé su irreflexión, pero no me hizo caso. Se la llevó a casa, borracha como una cuba como estaba.
A la mañana siguiente la madre de Amadeo me llamó. Apenas la entendí al principio, puesto que estaba alteradísima. Había encontrado a su hijo en la cama, flotando en un charco de sangre. Le habían sajado el cuello de oreja a oreja y presentaba múltiples puñaladas por todo el cuerpo. No se encontró la polla.
Me presenté en su piso inmediatamente. Allí mismo la policía me interrogó, ya que yo era el último que había estado con el finado, un procedimiento de rigor. No les dije nada de ti. Ahora te buscaré, perra, y ya verás que sorpresa te tengo reservada, lo que guardo para ti en mi maletín.
La soledad
La soledad
Me he suicidado para estar solo, pero es inútil, estoy rodeado de fantasmas.
De Pepe Eros a José Tanatos
De Pepe Eros a José Tanatos
Yo no sé nada, dijo uno; claro, sobre lo que tú no sabes podrían escribirse miles de libros, dijo otro.
No sé qué decir, afirmó el primero, desconcertado.
Da lo mismo, dijo el segundo, nunca has sido rápido captando mensajes.
Hadas
Hadas
Uno de mis "amigos", zafio como el general, me preguntó si podían existir las hadas.
Si existes tú, le dije, puede existir cualquier cosa.
Necesidades secundarias
Necesidades secundarias
Hace bastante tiempo, cuando estudiaba la lengua de Voltaire, un amigo me preguntó porqué estudiaba francés si no vivía en París.Por el mismo motivo, le contesté, que leo la Biblia, a sabiendas de que no tengo que ir al Cielo.
EL INTERESADO PUEDE ENCONTRARLO AQUÍ
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Etiquetas: Alario Lulu cuentos, breves, Salvador Alario Bataller
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