Découvrez la Radio Jazz vocal
Novedad editorial
Malditos. La biblioteca olvidada.
por Iván Humanes Bespín y Salvador Alario Bataller
Prólogo de Raúl Herrero
220 págs.
14,95 euros
ISBN-13: 978-84-935181-9-6I
ISBN-13: 978-84-935181-9-6I
SBN-10: 84-935181-9-0
Distribuciones Enlace S.A.
Un recorrido por los libros malditos de nuestra historia. En esta obra se dan cita el esoterismo y el satanismo, la magia, las doctrinas herméticas, la fantasía de H. P. Lovecraft, lo imposible. Todos estos libros han perturbado durante siglos a lectores y editores, han sido perseguidos y olvidados. En este volumen encontrará un estudio sobre El libro egipcio de los muertos y Thot, el Corpus Hermeticum, El testamento de Abdeselar, El Enchiridion, El Martillo de las Brujas, El Planetarium Influxu y el Mesmerismus, Ensayo sobre las visiones de fantasmas, El diccionario infernal de Collin de Plancy, Dogma y Ritual de la Alta Magia, El Libro de la Ley de Aleister Crowley, La Doctrina Secreta de H. P. Blavatsky, El Tarot de los Bohemios, Dom Agustín Calmet et Les Revenants, Lovecraft y El Necronomicón, Los libros de los mitos de Cthulhu, El manuscrito Voynich, La Magia Negra y los Pactos, Angela Carter y La Cámara sangrienta, el Rock y los textos herméticos. Aventurarse en su lectura es descubrir otro mundo: la biblioteca olvidada.
De venta ya en las librerías y os iré indicando a medida que vayan saliendo las direcciones on-line donde se puede conseguir el libro.
Hablaba y hablaba...
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
Todas las noches
Lo peor de los vampiros —y lo que, por cierto, acaba por perderles— es la arrogancia… Se jactan de su mortífera naturaleza, de su vigor sobrehumano, de ese magnetismo de serpiente… Presumen ser miembros de una especie distinta, más noble y superior, que se alimenta de un rebaño llamado humanidad. Ésa es una de las razones por las que me dedico a cazarlos.
Porque, en el fondo, esos espantajos cadavéricos no son más que un deshecho del género humano; otro grupo de marginales terminales, orgullosos de su condición. Digan lo que digan, son carroñeros nocturnos, condenados a sufrir una existencia miserable, sin amigos ni amor. El mismo remedo de vida que arrastro yo desde que me topé con los besos, tan afilados, de Pilar.
Han pasado ya cinco años y, desde aquel instante, nuestros caminos no han vuelto a cruzarse. Pero eso no me importa, tenemos toda una eternidad de noches para hacerlo. Una eternidad de noches… ésas eran las palabras que susurraba ella en mi oído, cuando yo le hablaba de amor. Tan sólo más tarde, convertido en un monstruo casi inmortal, pude entender cuán sardónicas eran esas palabras en sus labios.
Pero, antes o después, ella volverá. Cualquier noche nos encontraremos en algún local de moda, abarrotado de gente. Cruzaré la penumbra laminada por el humo y allí, en mitad de la multitud, veré a Pilar, con su tez blanca, sus ojos brillantes y esa boca hermosa de sonrisa cruel.
Entonces probará la colección que he estado reuniendo para ella. Cuchillos, tenazas, sopletes… tengo casi de todo; excepto estacas de madera, claro; eso mata. Los vampiros sanan a casi cualquier herida, por terrible que ésta sea, y ellos se sienten muy orgullosos de tal capacidad. Pero, como casi todo en esta u en la otra vida, tiene dos filos. Y eso es algo que podrá comprobar en carne propia Pilar, noche tras noche. Porque tenemos una cuenta terrible que ajustar.
Y toda la eternidad para hacerlo.
BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
"Así se fundó Carnaby Street" 1970
Tomado de http://ivanhumanes.blogspot.com/
Cuento de Navidad
Mientras esperaba, escondido detrás de un sillón, al pequeño Henry le latía el corazón muy aprisa. Eran las doce de la noche menos tres minutos. Muy pronto podría sorprender a Papá Noel y arrancarle, a fuerza de súplicas, el vagón correo que faltaba a su tren eléctrico.
Cuando se desgranaron las doce campanadas de la medianoche, trocitos de hollín empezaron a caer en los zapatos que el pequeño Henry había puesto debajo de la chimenea.
Después fue Papá Noel en persona quien hizo su aparición, con su bonito traje rojo manchado de hollín.
- ¡Buf! -hizo, y con voz de falsete y ceceando-: ¡Me he enzuziado todo!
Cuando se dio cuenta de la presencia de Henry, batió palmas.
- ¡Oh! ¡El maravilloso nenito! ¡Hola muchacho!
- Hola, Papá Noel...
El pequeño Henry estaba asombrado. No era así como imaginaba a Papá Noel. Este era joven, y más bien amanerado.
- Ven a zentarte en miz rodillitaz... Te daré caramelos.
Papá Noel se había sentado en el reborde de la chimenea. Henry se apresuró a obedecer. Los caramelos estaban muy buenos, y las caricias que los acompañaron dulces, muy dulces...
- ¿Dónde eztán tuz papáz? -preguntó Papá Noel con voz insidiosa.
- Mamá está en la montaña y papá duerme en su habitación -dijo seriamente el pequeño Henry.
- ¡Muy bien! Entoncez voy a zaludar a tu papá. Acueztate y zé bueno.
A paso de lobo, el hombre de rojo se deslizo en la habitación del papá de Henry. Sin hacer ruido, se sacó sus grandes botas y se metió en la cama.
El padre, dormido, balbuceó:
- ¿Quién está ahí?
- Zoy Papá Noel -dijo Papá Noel.
Y lo sodomizó.
-
Visita Tijeretazos.net
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Salvador Alario Bataller
Lugar:
Avda, Blasco Ibáñez, nº.126, 6º, 28ª
Valencia
46022
Spain
Teléfono:
963724197
E-mail:
alario7@msn.com
Enviar un mensaje a este usuario.