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Valencia, Miércoles, 29 de Junio, 2005

SOBRE LOS PREMIOS LITERARIOS

"DESDE hace quince años no acepto ya premios. Ni premios ni nada. Pero la mayoría son astutos, porque te consultan antes. Eso resulta idiota también, porque entonces buscan a otro. Los honores son de todas formas una idiotez. Solo tienen sentido cuando no se tiene dinero o se es joven, o se es viejo y no se tiene dinero. Cuando se tienen medios de vida como yo, no hace falta aceptar ningún premio. Los honores son una insignificancia, algo absurdo. Solo conozco a gente horrible que los reparta. Cuando me imagino a Canetti, allí en la escalinata, de frac, y el rey sentado ante su plato ya vacío...Nadie lo escuchó, pobre hombre.
Me han propuesto ya dos veces para el premio Nobel de Literatura, pero no los de aquí sino los alemanes. Eso resulta también especialmente interesante cuando el presidente del PEN Club alemán me propone dos veces porque allí, al parecer, no encuentran a nadie, y luego no tiene suerte. Bueno, me gustaría que me lo dieran para no aceptarlo, pero no se puede rechazar lo que no te dan."
T.B.


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Valencia, Miércoles, 29 de Junio, 2005

Ser conservador es una especie de escepticismo, de desconfianza.
JORGE LUIS BORGES

EL FAQUIR

QUIZA sea usted demasiado joven... ¿Recuerda los vastos, los verdes, los rozagantes jardines mediterráneos? Cuando llegaba el verano yo solía estirar el tronco desnudo sobre ellos, a veces en compañía de un libro, a menudo simplemente por sentir la fresca hierba y dejarme acariciar por esa brisa que serpenteaba entre los edificios, la que el mar regalaba con sus brazos generosos. Poco a poco aquella hierba se fue secando, la brisa ahogándose; nadie hizo nada por impedirlo. Entonces el tacto de los jardines se hizo hiriente, punzante, los tallos enrojecían la piel mientras el desierto avanzaba sediento, anhelante de aquello mismo a lo que daba muerte. Al fin sólo una fina arena me sostenía, el último aliento entre la vida y la extinción de las cosas, abrasando la carne. La región, antes envidiada, era ahora hostil y yerma, y yo, que no era de natural errante, di en este circo que recorre los hídricos países del norte. Cierto que mi trabajo aquí cuidando de los animales llena mis días y puedo decir que en ese sentido si usted quiere vulgar que soy feliz. Sin embargo hay algo en mí que no olvida la región de la que sin desearlo me alejé; así creo que debe ser, pues no pocas noches me levanto empapado del sudor que trae una calima que no es de aquí. Y esto le resultará extraño: sólo cuando, gracias a la comprensión amable del faquir, puedo acostarme en la multipuntiaguda cama que usa para su número, vuelvo a sentir en mi cuerpo la hierba fresca y grácil, la brisa suave, el jardín, el gran alivio.
TEORIZAR

TODO apunta a que han sido los medios oficiales quienes filtraron esta mañana la noticia de que el Partido condenará caída la tarde los crímenes sin cuento del líder que nos dejó el sábado, y que gobernó con mano firme el país durante los últimos treinta años. Según esos medios, los funcionarios que se han encargado de revisar su archivo personal no han encontrado en él documento alguno que teorice los asesinatos masivos, desviándose así de la práctica de los líderes fundadores. Las gentes comentan aliviadas que las estatuas irán despareciendo paulatinamente.
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S: Ego a los 19 a�os Posted by Hello


nv2003: Coretes�a de Mony Posted by Hello


nov2003: Cortes�a de Mony Posted by Hello


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Valencia, Viernes, 17 de Junio, 2005

TRES HISTORIAS DISLOCADAS
(2.004)

-LO QUE TE VOY A CONTAR, me sucedió hará algunos años, en un tiempo en que, por motivos que tal vez te cuente un día, la vergüenza –la ajena, claro está- se asentó en la raíz de mi vida y la angustia se me hizo densa en el pecho como la tiniebla, cuando asumí, de una vez por todas, que en este mundo lo que importa es el dinero y no las grandes temáticas.
El hombre había dicho esto con el rostro arrebolado por una congestión nacida del desprecio; prendió uno de sus incontables pitillos y, con expresión taciturna, echó unas cuantas fumaradas antes de continuar.
-Claro, que después de aquello me cuidé de ganar lo suficiente para vivir bien y de hacer mi vida, en el sentido de alejarme del aburrimiento y del dolor –repuso-. En eso Schopenhauer estaba en lo cierto, en que, para el hombre, ese estado es lo más parecido a la felicidad. A llamémosla “mi buena vida” contribuyó por aquel tiempo la relación que mantuve con don Arturo del Grial y Valledigno, hombre especial y eruditísimo, que conocía desde atrás, cuando era catedrático en la universidad, pues fui discípulo suyo y, con ventaja, pues solamente a los alumnos destacados don Arturo regalaba su amistad.
>>Hacía más de una década que se había apartado el mundo, del trato general con las gentes. En la fecha que te dato, él andaría por los noventa. Decía que su último vahaje lo daría encerrado en su biblioteca, a altas horas de la noche, mientras releía alguno de sus libros predilectos. Por aquella prebenda que su mucho dinero le brindaba, habitó hasta el final un palacete en el norte de la ciudad, donde le atendía una especie de testaferro, tan senil como él, que hacía las veces de cocinero, amigo del alma y albacea literario, quien me abrió la puerta aquel día de Agosto en que les visité. El traje de verano, de purísimo lino, se ajustaba a su cuerpo como una pálida colgadura, tan inane como su voz, cuando me dijo que le siguiese, que el profesor estaba en la biblioteca. El vestiría de negro riguroso, como siempre, independientemente de la estación en que se estuviese, fuese un verano asfixiante o un invierno acerbo.
Pocas personas visitaban la casa, aparte de los hermanos Martín y Juan Sepulcro del Lobo, Patricio del Toro y Godoy y otras contadas eximias soledades. Cada vez que le visitaba, nunca dejaba de sorprenderme y de deleitarme con alguna historia referente al variopinto paisanaje vernáculo. Aquella tarde no sería una excepción.
Como de costumbre, el anciano académico estaba en la biblioteca, trabado al escritorio, inclinado sobre un grueso volumen. Caía la tarde y las sombras se alargaban sobre cuadros y panoplias, bronces y bustos, y sobre los repletos anaqueles de la enorme biblioteca. Apenas entramos, levantó la cabeza y se dirigió a mi encuentro, tendiéndome la mano. Enmarcando el rostro viejo y cansado, la nívea cabellera le caía impoluta sobre los hombros, que a veces se recogía con una coleta.
-Buenas tardes, amigo mío –dijo-. Me alegro de tenerlo otra vez en mi casa.
-Gracias.
Nunca pude dejar de impresionarme ante aquellos ojos, animados, pese a la edad, por una extraña vida. Viéndole ahora, nonagenario, daba la impresión de ser una pavesa que se extinguía, que la vida se le fuese con cada palabra y con cada movimiento y, pese a todo, su marchamo retenía los signos del gran hombre que había sido y que era.
Hizo una señal con la cabeza a Urbano, su hombre para todo, y este salió del despacho, regresando unos minutos después con café y una botella de coñac que traía en una bandeja de plata. En ese breve lapso, don Arturo había alumbrado varios candelabros de la estancia y la luz, aunque no era intensa, permitió ver la magnificencia de su sancta sanctorum.
Hasta no hacía mucho, él también se había entretenido con el augusto platanar de su entrepierna y, aunque nunca se casó ni tuvo amantes reconocidas, yo sabía de buena fuente que había comido abundantemente de los frutos del árbol de la vida. Pero ahora, olvidado el mundo tabernario y prostibulario, la ilustre cabeza se ocupaba de sus temas intelectuales dilectos, algunos más propios del gusto de un egipán que de un hombre, entreverados con asuntos que parecían sacados de la misma Biblia del Diablo. Hastiado ya, como decía, de las pasadas alocuciones para lerdos aquel, para las mentes bien pensantes de la época, viejo indigno, se encontraba en el lugar que deseaba, siendo él mismo en su mundo particular. Muy pocos conocí que pudieran afirmar lo mismo.
Nos sentamos los tres en tres magníficos chesters, en torno a un centrillo, y encendimos unos habanos. Del otro lado del ventanal se veían las luces de la ciudad que se preparaba para la noche y para el sueño. Urbano llenó las copas de balón con un excelente coñac y nosotros, como era habitual, comenzamos a dialogar, mientras él se dedicaba, como hacía cada vez, a los tragos y a escuchar. Hombre bueno y ensimismado, no creo recordar haberle oído pronunciar dos frases seguidas, si bien don Arturo me comentó más de una vez que su amigo era un pozo de conocimientos, que la pereza y, sobre todo, la timidez le impedían ostentar.
-Lo que te voy a contar ocurrió hará unos cinco años –dijo el profesor del Grial, volviendo hacia mí un rostro invernal y severo-. Se trata de tres historias aparentemente distintas, tres hechos verídicos, que ocurrieron el mismo año en el valle donde nací, pero que se encuentran enhebradas por el mismo signo, por idéntico significado. El valle alberga tres pueblos y cada evento resulta indiferente si ocurrió en cualquiera de ellos porque, también en este caso, el orden de los factores no altera el producto, la moraleja que se desprende de estas vidas particulares.
Yo sabía que una vez el viejo profesor comenzaba a hablar, no había diálogo posible, no permitía la menor interferencia; así que me dediqué a escuchar aquello que no era otra cosa que un soliloquio.
-A todos y cada uno de ellos tuve la ocasión de conocerlos personalmente, con mayor o menor hondura –añadió el anciano, repantigándose en el butacón-. El primero, pertenecía a una familia de rancio abolengo, aunque en aquellos años había venido a menos por los malbaratos del padre con unos, antaño, florecientes negocios familiares. El era un joven atractivo, inteligente, criado según la tradición y que tenía a gala definirse como el último romántico de su generación. Le conocí un primer amor adolescente, que se frustró por cuestiones ajenas –en definitiva, la chica era de otro país y tuvo que marcharse-, lo cual le sumió en una profunda tristeza durante bastantes años. En este intermedio se dedicó al estudio, terminó la carrera de filosofía y después el doctorado. Acabó de profesor en la facultad y, poco después, llegaría a catedrático, emérito en su honrosa vejez. Por allá los treinta, el monje salió de la celda y le veíamos cada semestre con una mujer distinta, todas hermosas, todas jóvenes, todas de buena familia. Era la envidia de sus amigos, aunque con el curso de los años vimos crecer en su rostro una pátina de melancolía. Un día, el hombre amante y romántico, el discípulo de Eros, aquel áureo pene, me confesó que odiaba a las mujeres, que se sentía absolutamente decepcionado. El, dijo, un caballero, no podía adaptarse a los cambios de los tiempos democráticos, que habían llevado a que las mujeres se liberasen, en el sentido negativo, y que compitiesen con el hombre en aquello que le era más indigno, promiscuidad, agresividad, zafiedad. Compungido, suspiraba por un mundo mejor que ya no volvería. Mientras me contaba todo esto, en el café Ilava, cerca de mi antigua casa, me confesó que el corazón se le desocupaba de una gran angustia, que le resultaba de gran ayuda hablar conmigo. Por ello, tratando de aconsejarle, le dije que tal como estaba el palomar uno, él más propiamente, debía buscar el placer y no el amor. Entonces me habló de principios, de moral, de ideas sobrevaloradas, de un códice eterno que no podía negar. “Puede ser que tengas razón”, dijo ofuscado ante mi consejo.”Existen muchas alternativas, pero para mí hay solamente una válida. Me aburrí con tanta pedorra, con la constatación de que todo es lo mismo, de que al amor es pura fraseología y lo que les interesa es la estabilidad, la seguridad, es decir el dinero. Me roe un tedio horrible cuando estoy con ellas, no hablan de nada interesante, nos sueltan dos palabras inteligentes seguidas, hay un distanciamiento absoluto entre mi alma y las suyas; además, no soporto su agresividad producto de estos tiempos indecentes. Se me fueron las ganas, Arturo, perdí el deseo, se me murió el tigre”. Desde ese día siempre le vi solo, manteniéndose soltero hasta los restos. Así fue como el hombre más hombre del barrio, el más mujeriego de cuantos conocí, el más potente entre los machos activos, terminó perdiendo el sentimiento y después del deseo.
.. Ese mismo año supe lo que le aconteció a otro hombre en el pueblo vecino, otro macho de la tierra –si bien de perfil muy divergente al anterior-, un tipo fuerte y trabajador, bronco, que sacó con la fuerza de sus brazos adelante a una familia numerosa, a la cual mantenía unida por la fuerza de su autoridad. Su mujer era una santa, pese a lo cual la mantenía a raya con partos sucesivos, la trataba como un perro, mientras él se dedicaba a cortejar a cuantas mujeres se le pusiesen a tiro. De hecho la fama de putero le sobrepasaba y, en más de una ocasión, mientras la mujer se afanaba arriba en las tareas pesadas de aquel hogar superplobado, más de un vecino y hasta una hija, le sorprendió en el hueco de la escalera entre las carnes de una perdida. Como en muchos casos de aquellos tiempos, en una sociedad patriarcal, la mujer tenía que tragar y conceder, y por ello, la situación se sobrellevó hasta que ambos murieron. Pero cuando el tipo era ya mayor, ni la edad le disminuyó el mal gesto ni la palabra ofensiva. Cuando tenía a la familia reunida, no dejaba de despotricar contra el mundo, contra las mujeres, exclamando que todas eran unas putas, hasta su madre que se casó con su madre por dinero, y agriaba de este modo cualquier reunión familiar. El probo progenitor, inflamado por el odio por los tiempos y los cambios que no asumía y por su propio deterioro (una hija le arrancó una escopeta de la boca cuando se le perdió la erección), torturaba sobre todo a su mujer e hijas en cada una de estas ocasiones. Después de mil blasfemias y palabrotas, de las cuales no se salvaba ni el más pequeño del santoral, afirmaba con voz de trueno que, de tener él el poder, acabaría con el mal del mundo en un mes, el terrorismo incluido. En más de una ocasión, cuando la cosa se pasaba de castaño oscuro, la hija mayor, de carácter fuerte y no menos sólida personalidad, le increpaba: “¡Mira que eres burro!”, ante lo cual, él se ponía rojo de la ira y después de una nueva retahíla se improperios, se quedaba derrotado en la silla, con sus ciento veinte kilos de peso sujetados por la vejez y la enfermedad. Cuando era joven, se lamentaba, con solo oír su voz todos se ponían a temblar y ahora, que ya no era nadie, no le cabía otra salida que tragarse el vitriolo y explotar, lo cual sucedió un año después cuando un infarto lo mando raudo para el otro barrio. Nadie le echó en falta, no hubo lamentos sinceros tras su muerte y la hermana mayor, con su mujer, fueron las que menos sintieron la pérdida, porque sabían lo que había hecho con sus vidas aquel hombre cabal, justo, patriota, que hubiera arreglado el país en un mes, de haber tenido la ocasión. Podían perdonar tal vez la infidelidad o algún tortazo nacido del arrebato de aquella mente acalorada, pero lo que guardarían siempre para sí, con gran dolor, estribaba en aquella doblez o perversión, aquellos gustos e inclinaciones bizarras, cuando llevaba a casa a sus amigos para que se beneficiasen de su mujer, mientras él, debajo de la cama, se regodeaba en malsanas inclinaciones. Todo ello se supo y se ocultó, porque en aquellos tiempos la buena fama era un valor capital, aunque fuese a costa de un infierno de acíbar, odio y amargor.
.. El tercer caso es el referente a un chico que, desde niño, constituyó la imagen del hijo perfecto, bueno, dócil, aplicado y pacífico. Andaba siempre pegado a las faldas de su madre, a la que nunca dio el menor problema, aunque esta estuvo pronto alerta porque su retoño no tuvo nunca amigos. Al final lo asumió, su hijo era así, y cuando se hizo un poco más mayor, aceptó que toda se geografía se limitase a su mesa de estudio y a las pilas de libros. No obstante, la abuela materna se lamentaba de la situación, preocupándose por aquel nieto que, a los quince, no salía a la calle, seguía sin tener amigos y no se interesaba en absoluto por las chicas, temiendo que la razón se le perdiese por los cerros de Ubeda. Poco después, el muchacho comenzó a tener crisis nerviosas y se le veía siempre agitado por miedos profundos de los cuales nunca hablaba. Se le veía melancólico, cabizbajo, sumido en una pena que nadie entendía y de la cual no se dejaba ayudar. Nadie se explicaba cómo, aquel ángel de Dios, tan bueno, tan aplicado, tan dócil, tan modélico, había terminado así. Algunos hablaban de defectos congénitos o de crianza y mil teorías se barajaron para explicar el caso en la pequeña comunidad de vecinos y amigos de la familia. Su madre le decía, con un sentimiento de impotencia, que le quería, que todos le adoraban, que había nacido en el pueblo más bonito del mundo, que podía ser feliz si se lo proponía, si abría su alma para que le ayudasen. Pero él permanecía en silencio, la cara como una máscara de cera, porque ya había comenzado a experimentar sensaciones tenebrantes que vivía con la certidumbre del advenimiento de un cambio radical en su vida; y así fue, en efecto, porque a finales de esa semana, ante el estupor general, afirmó haber visto al Diablo y, pasados los seis meses desde esa fecha aciaga, terminó haciendo guardia en la terraza de su casa, los ojos como platos, la respiración tensa y difícil, tratando de captar mensajes extraterrestres, con una bacinilla en la cabeza y dos alambres pegados.>>
Don Arturo se detuvo un segundo, satisfecho del impacto que sus historias habían hecho en mí y, divertido por mi estupefacción, añadió:
-Estas historias, aparentemente tan disímiles, tan inconexas, tienen elementos poderosos que las unen. Todas hablan de situaciones dañosas para uno o para los demás, de pérdidas definitivas, la del amor en el caso de nuestro ilustre machista, la de la bondad y la cercanía para el bruto ignominioso y la de la razón, para nuestro adolescente infeliz. Podemos concluir ya que del lado malo del hombre y de la vida, que es vasto y unánime, solo se desprende mierda, esa hedionda excreta que cada circunstancia del mundo vierte sobre cada hombre.
Dicho esto, se detuvo complacido y con una mirada de inteligencia, concluyó:
-Así que lee mucho, come bien, bebe mejor y que no se te escape ocasión si la hembra lo merece.

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Valencia, Miércoles, 15 de Junio 2005

EL LECTOR

SIEMPRE al caer la noche, porque nuestro hombre era de hábitos nocturnos, entraba en la biblioteca y se sentaba en el sillón orejero, junto al añoso escritorio. Un espacio de luz suficiente iluminaba sus lecturas, desde la lámpara multicolor que tenía cerca. Enfrente, a unos dos metros de altura, una tulipa malva afianzada a la madera tallada, iluminaba tenue anaqueles repletos de libros y, un poco más arriba, las sombras se espesaban en altas estanterías que la vista no alcanzaba. Aún así, él sabía el lugar exacto donde encontrar los Miserables o el Ulises.
Muy consciente del privilegio, sus horas pasaban raudas en el placer de la lectura. Apenas esa vecindad -y también las dos veces que estuvo enamorado-, le acercaba al ajeno mundo exterior. Este apenas se prefiguraba en la alquímica caligrafía de los libros.
En cada ocasión, en aquella atmósfera sellada y dilecta, no podía orillar el sentimiento de que otrora, en una vida pasada quizás, ya había estado allí, como ahora, cuando las conversaciones con la página escrita le eran más beneficiosas que la música de lo empíreo o el suave rumor de un río; así mismo, porfiaba en que retornaría a ese mismo sitio al final de todo, cuando sus pasos se confundiesen con su destino.
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Valencia, Domingo, 5 de Junio, 2005

Arthur Machen:
Los tres impostores


ARTHUR MACHEN (1863-1947), al igual que su contemporáneo, Lord Dunsany, fue un soñador que creó una de las obras más líricas y exquisitas del género de terror. Sus cuentos son una delicia y destacaría "El Pueblo blanco", considerado por algunos, como el mejor cuento de terror de la historia, como su novela corta, "Un retazo de vida", que ha recibido idénticas alabanzas. No me gusta hablar de los primeros, segundos o terceros, solamente diré que su obra es magnífica.
Los tres impostores es una joya de la literatura, que solamente una feliz coincidencia, deposito hace años en mis manos: una de las mejores obras que he leído, a decir verdad. A caballo entre el relato de aventuras y cuento de terror cósmico, la obra de Machen dio un nuevo rumbo al relato fantástico, siendo precedente inmediato del terror de H.P: Lovecraft y todos los continuadores de los Mitos de Cthulhu. En Los tres impostores se vertebran episodios perfectamente enlazados, pletóricos de hallazgos asombrosos, maravillosamente narrados, en el marco de un Londres misterioso (siempre lo es en cierta medida, pero en este caso muchísimo más), propicio a todos los azares, fraguándose una trama compleja cuyo desenlace cierra el círculo abierto en el capítulo primero. La obra incluye capítulos conocidísimos para los amantes del género como “La novela del sello negro” o “La novela del polvo blanco” (Vinum sabbati), de presencia obligada en cualquier antología de terror y misterio.
Se encuentra publicada en Alianza editorial y, desde luego, os la recomiendo apasionadamente: lo mejor de lo mejor.

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Valencia, Sábado, 4 de Junio, 2005

EL PASADO pasado día 29 de Mayo, a las 17.30, tuvo lugar en la Sala El Refugi de Badalona, la "performance" poética de nuestro amigo Eddie, J. Bermúdez, acto al cual, por motivos obvios (espacio, tiempo y pereza) no pudimos asistir. Aquí presentamos el poema que significó el colofón del evento y fue recitado por el autor mientra rompía las paredes de plástico, como punto final, y posterior salida inmediata por la puerta: las interpretaciones al entender de cada cual; yo me guardo lo mía, muy positiva respecto a mi amigo, y nunca difícil de adivinar conociéndome un poco... En fín, ya es la segunda vez que estamos ausentes, pero dejando constancia con este encerradoentrevísceras, que quedó aludido supra:

encerrado entre vísceras, sangres, humos lánguidos
mi ser intenta salir de esta prisión perpetua.

atrapado sin consideración en un cuerpo podrido, que cada vez es más del lado de allá que del lado de acá.

intento subir a una estrella pero una lluvia tierna de óbolos hace resbalar mis pies y vuelven a caer en esta mi jaula cuerpo.

los únicos que me miran / los únicos que me hablan
son los enlutados y variopintos anaqueles de la literatura
los libros, los manuscritos jaulas

¿cómo hacer para tenerlos todos abiertos en todas sus páginas a la misma hora?

la habitación jaula, el papel jaula, la mesa jaula, la nicotina jaula, el ser jaula, el mundo jaula, las palabras jaulas, los párrafos jaulas, las voces jaurías.

me estremezco un ciempiés, ni más ni menos,
esa distancia hace resurgir un surgir ausente del verbo-carne.

afilan los cuchillos en los callejones del Dolor,
abrochan braguetas en ministerios y el misterio se re-convierte en secreto.

por mi andadura impropia por las callejas de leyenda, deshoyo mi piel en cada copo de nieve y lo transformo en pocilga de perros harapos.

atrapado en un viaje hacia dentro. del centro de mi ansia por sucumbir al centro de mi ansia por destruir mi cobardía.

atrapado entre guijarros que cojo para enjuagar las lágrimas que se desprenden de mis ojos colgando de sus cuencas, cerca del suelo sujetados por mis manos.

en el desfile realidad alguien prepara un boicot al corazón de los hombres, yo reniego de todo suelo bajo mis pies, de todo aire en derredor de ese volumen que dicen soy yo.

atrapado entre el escalón decimotercero y el cuarto
subiendo, bajando, subiendo
ya digo que permanezco aquí destrozándome las entrañas los días pares, arrancándome los ojos los días impares.

duermo en el escalón séptimo con posibilidades a descansar mis pies en el octavo, que está volcado hacia un lado, cansado de ser ocho jaula,
intentando ser efímera eternidad.

el dios jaula se desternilla de risa al final de la escalinata y mis pies desandan mis tripas una y otra vez,
para atarlas en una ballesta en forma de crucifijo.

Las arañas hacen pociones con el polvo de mis huesos,
y las lombrices tejen trapecios con mis venas,
la luna tiende mis uñas de cada estrella
y dos aguiluchos sorben mis ojos, rebanando el cuenco con sus picos grasientos de oscurecer.

de un temblor insomne mis manos se cierran hasta sangrar, entonces
dentro de mi jaula estómago se produce el gran bíblico eructo
sube traqueteando por una garganta que ha apagado las luces de emergencia
para que no puedan dañar ni una de las gotas de legaña lagrimal
que transporta en su boca, mi Voz enjaulada por ese eco que reverbera
y me escupe, plagiador de mi oído.

no, no es el grito.

no es frondoso el silencio de la rabia,
no es ni tan siquiera el almizcle que colisiona en el gazpacho macilento de la cuenca de mis ojos.

es sólo un nombre, un nombre dicho en susurro
que como cuchillas afiladas camina desde mis pies hasta mis labios.

es la cuchilla más afilada que me raja – o al Otro – en Dos:

el que ama y el que muere enjaulado.
Eddie (j. Bermúdez)

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Valencia, Viernes, 3 de Junio, 2005

Dedicado a mi amigo Iván Humanes Bespín (H.P. Love-Bespín-Craft)


De los Primeros Engendrados, escripto está que esperan siempre al umbral de la Entrada, é la dicha Entrada se encuentra en todas partes é en todos tienpos, ca Ellos non conosçen tiempo nyn lugar, sino esisten en todo tiempo é en todo lugar, a la ves é sin paresçer, e los ay dEllos que tomar pueden diferentes Fformas é Maneras, é reviestir una Fforma dada é un Rrostro sabydo ; é las Entradas dEllos están en cualquiera parte, mas la primera es aquella cuya fize avrir, a Saber : Irem, Çibdat de los munchos Pylares,Çibdat so el Desyerto, mas sy ome alguno dixere la Palabra prohibida avrirá allí mesmo una Entrada é podrá aguardar a los Que Atravesaren la dicha Entrada, que asy podrán ser : Doles é el Mi-go, é el pueblo Cho-Cho, é los Profundos de la Mar, é los Gugos, é las Descarnadas Animalias de la noche, é los Chogotes é los Vormis, é los Santacos que fazen custodia de la Hadat del Desyerto de los Yelos é la Meseta de Leng. Que todos por iggual son fijos de los Dioses Primeros. Pues acontesçió que, la Grande Rraça de Yit, non aviendo conzierto con los Primigenios, nin éstos con aquella, nin ambos con los Dioses Primeros, é separados todos, dexaron a los Primigenios el señorío del Universo Mundo, ca tornando de Yit la dicha Grande Rraça, tomó la Su Morada en un tiempo de la Tierra por venir é todavía non conoscido de los que agora caminan por sobre della. E aquí mesmo aguardan Ellos fasta que tornen otra vegada los bientos é las bozes que antes los llebaron é Lo Que Caminó sobre los Bientos del Mundo é de los espazios vaçíos que están entre las estrellas por Siempre.

Abdelesar (Abdul Alhazred), Necronomicón.
Según la traducción castellana (León, ¿1.300 ?),
hallada por F. Torres Oliver en el
Archivo Histórico de Simancas.

HISTORIA Y CRONOLOGIA DEL NECRONOMICON (1)
Corto, pero completo resumen de la historia de este
libro, de su autor, de diversas traducciones y ediciones

desde su redacción (en el 730) hasta nuestros días.

Edición conmemorativa y limitada a cargo de
Wilson H. Shepherd, The Rebel Press, Oakman, Alabama.


El título original era Al-Azif. Azif era el título utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno (producido por los insectos) que, se suponía, era el murmullo de los demonios. Escrito por Abdul al-Hazred, un poeta huido de Sanaa al Yemen, en la época de los califas Omeyas hacia el año 700. Visita la ruinas de Babilonia y los subterráneos secretos de Menfis, y pasa diez años en la soledad del gran desierto que se extiende al sur de Arabia, el Roba el-Khaliyeh, o “Espacio Vital” de los antiguos, y el Dahna, o “Desierto Escarlata” de los árabes modernos. Se dice que este desierto está habitado por espíritus malignos y monstruos tenebrosos. Todos aquellos que aseguran haber penetrado en sus regiones cuentan cosas extrañas y sobrenaturales. Durante los últimos años de su vida, Alhazred vivió en Damasco, donde escribió el Necronomicón (Al-Azif) y por donde circulan terribles y contradictorios rumores sobre su muerte y desaparición en el 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asesinado por un monstruo invisible en pleno día y devorado horriblemente en presencia de un gran número de aterrorizados testigos. Se cuentan, además, muchas cosas sobre su locura. Pretendía haber visto la famosa Irem, la Ciudad de los Pilares, y haber encontrado bajo las ruinas de una inencontrable ciudad del desierto los anales secretos de una raza más antigua que la humanidad. No participaba d ella fe musulmana, adoraba a unas desconocidas entidades a las que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu.
En el año 1.950, el Azif, que había circulado en secreto entre los filósofos de la época, fue traducido ocultamente al griego por Theodorus Philetas de Constantinopla, bajo el título de Necronomicón. Durante un siglo, y debido a su influencia, tuvieron lugar ciertos hechos horribles, por lo que el libro fue prohibido y quemado por el patriarca Michael. Desde entonces no tenemos más que vagas referencias del libro, pero en el 1.228, Olaus Wormius encuentra una traducción al latín que fue impresa dos veces, una en el siglo XV, en letras negras (con toda seguridad en Alemania), y otra en el siglo XVII (probablemente en España). Ninguna de las dos ediciones lleva ningún tipo de aclaración, de tal formas que es sólo por su tipografía por lo que se supone su fecha y lugar de impresión. La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida por el Papa Gregorio IX, en 1.232, poco después de que su traducción al latín fuese un poderoso foco de atención. La edición árabe original se perdió en los tiempos de Wormius, tal y como se dijo en el prefacio (hay vagas alusiones sobre la existencia de una copia secreta encontrada en San Francisco a principios del siglo, pero que desapareció en el gran incendio). No hay ningún rastro de la versión griega, impresa en Italia, entre el 1.500 y el 1.550, después del incendio que tuvo lugar en la biblioteca de cierto personaje de Salem, en 1.692. Igualmente existía una traducción del doctor Dee, jamás impresa, basada en el manuscrito original. Los textos latinos que aún subsisten, uno (del siglo XV) está guardado en el Museo Británico, y el otro (del siglo XV) se halla en la Biblioteca Nacional de París. Una edición del siglo XVII se encuentra en la biblioteca Widener de Harvard y otra en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkham ; mientras que hay una más en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires. Probablemente existan aún más copias secretas, y se rumoreaba persistentemente que una copia del siglo XV fue a parar a la colección de un célebre millonario americano. Existe otro rumor que asegura que una copia del texto griego del siglo XVI es propiedad de la familia Pickman de salem ; pero es casi seguro que esta copia desapareció, al mismo tiempo que el artista R.U. Pickman, en 1.926. La obra está severamente prohibida por las autoridades y por todas las organizaciones legales inglesas. Su lectura puede traer consecuencias nefastas. Se cree que R.W. Chambers se basó en este libro para su obra El rey en amarillo.

CRONOLOGIA

1. Al-Azif es escrito en Damasco en el 730 por Abdul Al-Hazred.
2. Traducción al griego con el título de Necronomicón, a cargo de Theodorus Philetas, en el 950.
3. El patriarca Michael lo prohibe en el 1.050 (el texto griego). El árabe se ha perdido.
4. En 1.228, Olaus traduce el texto griego al latín.
5. Las ediciones latina y griega son destruidas por Gregorio IX en 1.232.
6. En 1.4... ( ?)aparece una edición en letras góticas en Alemania.
7. En 1.5... ( ?) el texto griego es impreso en Italia.
8. En 1.6... ( ?) aparece la traducción al castellano del texto latino.


(1) History and Chronology of the Necronomicon. Escrita en 1.936 y publicada en forma de folleto por Wilson H. Shepherd en 1.938.
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Valencia, Viernes, 2 de Junio, 2005

Egosum:
El Necronomicón Apócrifo (contraportada)

Varios son los “Necronomicones” que se le han presentado al lector en estos últimos años, todos con pretensiones de ser el verdadero libro maldito. Son legión los que aún creen que el libro estuvo en posesión Lovecraft y que en el se contiene aquello -y mucho más- de lo que el autor de Providence dejó escrito y sugerido en sus historias de terror. Lo cierto es que Lovecraft se basó en un libro existente, del cual existen datos históricos plausibles referentes a su autenticidad, e indudables sobre el personaje que lo escribió, el docto Abdúl Yasar, castellanizado como Abdelesar y que es, ciertamente, el Abdúl Alhazred de la obra lovecraftiana.
Circularon bastantes “necronomicones” tras la muerte del sabio arabe-andalusí, vulgarizaciones la mayoría de ellos del texto fundamental que refiere en su célebre Testamento. Este último es desconocido para el gran público y en esta obra se ofrecen los fragmentos más significativos, así como un Necronomicón Apócrifo, de autor desconocido (aunque pienso que fue un discípulo directo de Abdelasar) que, de no ser el auténtico, posiblemente sea uno de los textos más fiables que han llegado hasta nosotros. El libro se relaciona con ciertos mitos antiguos que Abdúl Yasar no pudo soslayar debido a su estancia en diversos países exóticos en el curso de su formación como médico y como mago. Como su nombre indica, el Libro de los Nombres Muertos, es un texto necronómico, en el justo sentido de aquella disciplina que enseña a viajar a través de la muerte para alcanzar la luz que aparece al fin del tránsito.
Lejos de las trivializaciones, exageraciones y efectivismos a que se nos tiene acostrumbrados en algunas versiones al uso, éste es un libro que puede calificarse de riguroso a todas luces y que, tras su comprensión cabal, encierra una verdad luminosa que algunos sabrán ver.
El texto, anónimo como quedó dicho, es copia fidedigna del original del siglo X, escrito en griego, y no es un libro para locos ni para fanáticos, sino para aquellos que, en su alma, hayan alcanzado, en buen grado, el equilibrio conveniente entre razón y fe, entre ciencia y creencia, aquellos que creen, no sin fundamento pero casi siempre en el silencio que da la sensatez necesaria en un mundo de lerdos y de asfixiante materialismo, que hay muchas realidades entre el hombre y el cielo y que vida y muerte son la misma cosa.

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portrait.jpe: "EL ABUELO THEOBALD": EL GRAN HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT Posted by Hello


BAPHOMET DE MEND�S.JPG (del "DOGMA Y RITUAL DE LA ALTA MAGIA" de Eliph�s Levi Posted by Hello

Valencia, 1 de Junio, 2005

Egosum:
Astrum Argentum-La vara del Mago

HE DICHO LO anterior, pero no literariamente ; en efecto, a dos manzanas de allí me encontré con uno de mis antiguos profesores de la facultad, el profesor Lobo Conde, que salía del laboratorio de Psicología Experimental. Venía experimentando desde hacía un tiempo en determinados asuntos relativos al condicionamiento operante. De hecho, era uno de los más conspicuos representantes del conductismo radical en nuestro país. Irguió su alta y enjuta silueta cuando me vio y, tomándome del brazo, toda vez que me hablaba de naderías, me hizo caminar con él en dirección a una cafetería que se encontraba a dos pasos de allí. Mientras tomábamos café me contó detalles de sus últimas investigaciones, que no referiré aquí, y también que había escrito un libro de versos, de inminente publicación. Esto me animó a hablar de mi proyecto. Siempre me agradó conversar con don Ricardo : tenía donaire en el ademán y en la palabra, amén de un gran erudición y, cada vez que hablaba con él, acababa cautivándome. Me ofrecí a pagar los cafés y las copas de coñac -bebida que encantaba al profesor- y hablamos ágilmente, con gusto y a raudales durante tres cuartos de hora. Casi al final de este tiempo, fue cuando brilló en las sombras de mi mente un fanal de luz y, gracias a ello, la conversación se alargó durante una hora más, porque entonces fue cuando pronunció el nombre justo, su nombre.
-¿Habla usted del célebre mago ?.
Me sentí sorprendido y enojado conmigo mismo, puesto que al escuchar el nombre y el apellido, sus señas de identidad, me sentí el más estúpido entre los estúpidos : no podía ser otro, por supuesto, y ahora, al tener el personaje en mi mano -y en mi mente y mi proyecto iba tomando forma- me pareció la cuestión más obvia del mundo. Siempre había estado allí, nadie más podía merecer los desvelos de mi escritura, y solo hizo falta que el profesor Lobo se cruzase en mi camino para conjurar las sombras de mi duda y de mi incertidumbre. Sabía que el maestro -pues así le he de llamar de vez en cuando en lo sucesivo- no fue una persona de rectas costumbres ni de moral intachable ; peor aún, había violado mil normas humanas y divinas para obtener sus metas, para su propio beneficio, para obtener su desarrollo personal o, tal vez, satisfacer su locura. Por lo que sabíamos había pecado sistemática e impunemente y, pese a ello, apenas sufrió los rigores de las leyes humanas ; de las divinas, nada sabemos. En suma, me sentía sumamente satisfecho. Siempre fui un ávido lector y de temas muy diversos y, que recordase, en mi biblioteca tenía material suficiente para pergeñar el escrito. Suspiré y me hundí, feliz, en la butaca.
Pasamos unos breves instantes sin hablar, saboreando nuestras copas y cuando pedí más café, el profesor buscó en el bolsillo de su chaleco para sacar una tarjeta. Me la tendió. La cogí. En ella se leía lo siguiente :

Profesor don Arturo del Grial y Valledigno
CATEDRATICO DE PSICOPATOLOGIA

Todo ello seguido de una dirección. El lugar estaba a las afueras de la capital y don Ricardo había estado allí muchas veces en el pasado.
-Tú no le conociste, se jubiló un año antes de que entrases en la facultad -dijo el anciano-. Es muy viejo, pero mantiene un vigor envidiable. Pasa mañana por mi departamento y te daré una carta de presentación. Si vas en mi nombre, te recibirá con todas las garantías. Hay algo que él tiene y que te va a interesar sobremanera. Pero debe ser mi buen amigo quien te hable de ello.


B666:ALEISTER CROWLEY, LA GRAB B666JPG: LA GRAN BESTIA 666, EL ANTICRISTO, EL MAESTRO THERION, PERDURADO, EL HOMBRE MAS PERVERSO DEL MUNDO, EL GRAN THELEMITA Posted by Hello

Salvador Alario Bataller

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E-mail:
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OBRA PUBLICADA A)CIENTÍFICA: 8 libros de Psicoterapia y Sexología (editorial Promolibro, valencia). 36 artículos especializados en diversas revistas (redactor de Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de Enlace, www.editorialmedica.com, y los artículos y otros textos se relacionan en la web). B)NARRATIVA: “La conciencia de la bestia”, edición privada, finalista (de los 15 finalistas) del Premio Planeta de Novela de 1997. “La ciudad desvanecida”, relato seleccionado por concurso de la revista Escribir y Publicar en su editorial Grafein Ediciones, Colección Escritura Creativa, integrante del volumen de cuentos ASI ESCRIBO MI CIUDAD (2001). “Descensus ad Inferos”, lo mismo que antes, pero este cuento pertenece al libro de cuentos “32 MANERAS DE ESCRIBIR UN VIAJE” , Grafein Ediciones (2002). “Maltidos. La Biblioteca olvidada”, Iván Humanes Bespín y Salvador Alario Bataller, Grafein Ediciones, Barcelona, (2.006). "101 coños, Ilustraciones y breves" (2008), Carlos Maza Serneguet, Salvador Alario Bataller e Iván Humanes Bespín. Ilustraciones de Vanesa Domingo Montón, Grafein Ediciones, Barcelona. "Antología Iberoamericana de MIcrorelatos" (2008),coautor, Ediciones Lord Byron, Madrid (en prensa) La acre lácrima (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Un estudio crítico del Necronomicón Apócrifo (2006), ensayo, en http://www.lulu.com/alario7 Las aventuras carpatianas del profesor Exhorbitus (2006), novela, autoedición, en http://www.lulu.com/alario7 Astrum Argentum . La vara del mago (biografía novelada de Aleister Crowley) (2006), novela, en www.lulu.com, en http://www.lulu.com/alario7 El murciélago monstruoso (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Nunca volví de cuba (2007), novela, en www.lulu.com, http://www.lulu.com/alario7 Cuentos en www.narrativas.com: Espejos (2007), Los pequeños (2007). La angustia última (2008). Lo que trajo la noche (2008). OBRA INÉDITA: Las nocturnidades de don Arturo del Grial, (2002), novela. Los ojos del moro (2003), novela. El doctor amor y las mujeres (2006), novela. La trama sináptica (2007), novela. Historias de amor, muerte y trascendencia (2007), novelas (dos novelas breves relacionadas). Los estados intestinales (2007), novela. Cuando cazaba pelos (2008), novela breve Cuentos completos (1999-2008) Blogs: http://clinica-psicomedica.iespana.es http://alario1.blogspot.com http://undostrescuentos.blogspot.com http://undostrescuentos2.blogspot.com http://elloboylaluna.blogspot.com http://lasnocturnidades.blogspot.com http://nohaymentesincerebro.blogspot.com
 

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