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DEL AMOR: CUENTOS CRECIENTES: Don Juan de los pasos tristes
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DON JUAN DE LOS PASOS
TRISTES
A Gustavo Adolfo Becquer, in memoriam.
Juan, Don Juan, arrastraba su figura cenceña por la
calle triste.
Al final, después de deambular sin rumbo fijo durante
un buen rato, se acercó a una terraza concurrida y en la mesa más alejada del
bullicio se sentó. Apenas le mostraba la luz de una farola y temió que el
camarero no le viera. Pero al poco había un vino blanco entre sus manos.
Ay..., suspiraba. Antes nada era así.
Alcohol, drogas, proxenetas, viejas suripantas, vagos,
delincuentes y mucha juventud echada a perder. Dolor, vacío, cosas rotas.
Y el amor, ¿dónde está el amor?, se preguntaba.
Este siglo veintiuno huero y desabrido.
La gente iba y venía, se agitaba, cerca de él, en su
tóxica alegría, como una nube de moscas.
Con lo que he sido, se lamentaba, y arrastraba después
un gemido quedo, doliente y profundo, en su rincón triste.
De vez en cuando alguien reparaba en su presencia, lo
sabía, pero no se molestaba en levantar la vista, tan ensimismado y abatido se
sentía.
Ay, ¿quién me querrá?, suspiraba, llevándose la copa a
los labios, en aquella terraza solitaria y triste, un lugar cualquiera, en un
barrio sin importancia, en un mundo incomprensible y deslavazado.
No había ni julietas, ni beatrices, ni Eva, ni la
misma Venus, en su pecho quebrado, en su alma triste.
¿Quién más que tú?, pareció susurrar en torno la
noche, pero Juan, Don Juan de los pasos tristes no lo oyó... Algo pareció
rielar apenas en su mirada aguanosa, pero no, nunca caían las lágrimas de los
ojos de don Juan. Tan triste estaba que ya no podía llorar. Sin embargo, su
corazón era una rosa ensangrentada.
Nadie como tú, otra vez.
Un músico pobre, una moneda meñique, una vieja
melodía, sus arpegios evocadores, quizás.
Ay, suspiraba.
Una pareja de enamorados, palabras suaves, cogidos de
la mano y el aleteo de un te amo, que no de un te quiero..., quizás.
AMADOS HIJOS
Esta es una historia real,
acontecida en este siglo veintiuno que se despliega ante nuestro estupor con
los peores presagios y las más horripilantes consecuencias.
Después de un matrimonio en el
que reembarcó por la presión de su madre, m
i amigo Octavio tuvo cuatro hijos, dos niños y dos
niñas, y los tuvo, me
ratifico, porque ella quería (él no o no tan pronto, porque la familia tenía
buen pasar y porque llevaba medio pedo
en el sufrido intercurso).
Era un hombre culto y cabal, y
pese a sus esfuerzos por hacer de sus vástagos personas cultas y, sobre todo,
de bien, uno le salió borrachín, el otro farlopero, ninis ambos, y las otras
Punki la morena y Skin la rubia y andaban a tortazo limpio día y noche, también
amantes superlativos de la cerveza de lunes a lunes y del dolche far niente. Octavio maldecía cada día la globalización, el
capitalismo salvaje, el siglo tocante y muchas cosas leprosas que no me
molestaré en detallar, dado que cualquier paisano con más de dos neuronas puede
adivinar con facilidad.
No hicieron nada en la
universidad y siguieron perreando de mil maneras y él, aunque les prometió en
un principio que a esos haraganes no les faltaría en su casa un trozo de pan y
una cama, acabó yéndose de este albañal y ahora vive en paz en un país más
digno.
Buen hombre mi amigo Octavio,
pese a amenazarlos alguna vez con soltarles dos tortazos o mejor agarrar el
vergajo o entregárselos al mendigo. Como en muchos casos, los políticos y
banqueros lograron que los buenos abandonaran el país y se quedase la morrala,
que abunda y apesta.
Yo, aun siendo ácrata-trotskista
(bien puedo serlo, ya que la fortuna más grande del mundo afirma ser
comunista), en su caso temo lo que hubiese llegado a hacer.
Ah, rediez, me olvidaba del
mejor, de Jonasín, del benjamín, angelico. Ya de muy pequeño era bello como un
querubín y apuntaba luces, pero a los diez años un mal viento lo llevó a pasar
los restos intramuros frenopáticos. Desde entonces, ya con los casi treinta a
cuestas, se almagra ora peinando muñecas ora cazando grillos dorados en sus
nebulosa imaginación. No sé si en condiciones normales hubiese llegado a ser
algo, pero el malogro lo aherrojó de la manera más funesta y me temo que de por
vida. Bendito sea.
DEL AMOR CUENTOS CRECIENTES: LA RED ME HABLA DE AMOR
0 comentarios Publicado por Unknown en 7:34 p. m.
LA RED ME ENSEÑA AMOR
“Diré apenas cuatro palabras
sobre eso que llaman cándidamente amor.
Primero: el amor es un cuento
chino.
Segundo: sí que existe un estado
mental (psicofisiológico realmente) que podemos denominar enamoramiento (en
realidad es enchochamiento, que algunos han calificado de enfermedad mental;
pienso que tampoco tiene porque ser así)
Tercero: cuando nos enamoramos de
una y no de veinte (y siempre de la más inconveniente) el gris común comenta
que el amor tiene algo brujo, magnético, mágico, que la razón no comprende.
Cuarto: lo anterior es una burda
mentira, lo que sí existe es una atracción más fuerte por unas hembras que por
otras, lo cual es una mera cuestión biológica (etológica). En suma, hay mujeres
que nos atraen sexualmente con una intensidad especial, con todos sus
correlatos psicofisiológicos. Ante tal estímulo, encendidos, nos acercamos y
después nos podemos sentir enamorados.
Quinto: esa atracción se une
patéticamente al cuento que nos han metido en la sesera desde niños: el amor,
la princesa, la doncella, la maravilla, la eternidad, crecerás y te enamorarás,
espera y verás, que uno está como en un sueño, que se le para la respiración,
que la vida se tiñe de un color diferente (rosa, se dice) y, además, fueron
felices y comieron perdices, la
Bernardette de la Chochette y todo lo que sigue, un pérfido
condicionamiento educativo que nos lleva a la creencia de que algo así existe y
es maravilloso.
Sexto: consecuentemente, nos
sentimos primero excitados y segundo nos creemos enamorados. En ciertos
momentos históricos, lo primero sin lo segundo indicaría que estamos enfermos
(no siendo así, claro).
Séptimo: si el amor se hubiese
condicionado a la alcachofa, le hablaríamos amorosamente pero no nos pondría
cachondos. Ergo, lo más relevante y
primigenio es pues la atracción sexual, lo importante es la mujer, no la
alcachofa.
Octavo: por eso (la educativa
maquinación inicua referida) el sexo se une al amor y algunos dicen que la
sentimentalización del sexo es una evolución en la conducta sexual humana.
Noveno: lo anterior puede ser
cierto, aunque el resultado es la esclavitud de una parte (o de las dos,
depende) y la seguridad de otra, mientras dure.
Y finalmente:
Décimo: además de sexo usted
puede enamorarse: piense siempre que es su biología lo que, en primer lugar, le
empuja y, en segundo, ya se apañará, porque el problema es enteramente suyo.
Desde luego, los cuentos de hadas
y las historias de amor me gustan y soluciones tengo algunas para los puntos
más frágiles de ése, muchas veces, doloroso sentir a dos. Pero lo dejaré para
otro momento.”
Perales Cabanilles i Bohigues,
2008, Hojas roñosas en el fondo del
bolsillo de mi pantalón (ensayo inédito).
Papel encontrado por mí
casualmente en la papelera de un café. Sin más comentarios.
A la mañana siguiente colgué el
texto en la Web,
de cochinadas, de un amigo y, al poco tiempo, apareció este comentario como
respuesta:
“Eugénie
dijo
Oloooo
Hojas sabrosas:
Unas palabras sobre eso:
1) El amor es un cuento divino.
2) Enfermo es el que sufre,
dichoso el que ama.
3) El corazón tiene razones que
la mente no comprende. Brujo, brujo...
4) El sexo es la sonrisa del
alma. El Amor es la boca que la pinta. Un polvete sin Amor es como la meadilla
que echas en cualquier momento. Puro desahogo fisiológico. Cuando acabas sólo
te queda la sensación de que algo se quedó vacío.
5) Existen, existen las paradas
respiratorias y los sofocos extremos que pintan de colores toditas las horas
del día. Rosa, azul celeste, rojo pasión... ¿Quieres más? Merveilleux mon Amour.
6) Amor implica excitación.
Excitación no siempre sexo
7) Una alcachofa con hojas rojas,
tallo esbelto, cáliz verde, espinas y olor fragante… una rosa, simple rosa,
puede enamorarte. Intenta pensar en lo sublime y tal vez entiendas que para
sentir así, no hay que estar enfermo.
8) Que sexo y Amor pueden ir
revueltos pero uno y otro pueden existir por separado. ¿Qué es lo que sientes
por tu madre, o por tu hermano?
9) El verdadero Amor no tiene más
cadenas que las de la entrega mutua. El resto son ataduras impuestas en su
nombre.
10) Primero puedo enamorarme de
su alma y después quizá llegue el desenfreno y la locura de desearlo.
Tal vez aún no hayas AMADO”.
Como cabía esperar, cada uno
tiene su enfoque, Marte y Venus, cada género. Pero solo ellas se creen con la
capacidad de amar (amar de verdad, entiéndase).
ARMANDO
Y SU PAÍS MULTICOLOR
Armando era un buen tipo, si bien
hubiese podido ser mejor, pero ante todo amaba su país, su país multicolor y
eso que no había una abeja bajo el sol, ni mucho menos la abeja Maya. Era, eso
sí, con toda la expresión de la palabra (aunque eso depende de la calidad del
país que uno habita), más que lerdo simple, un engañado sistémico, un buen
ciudadano.
Era
una nación tan leve, tan tranquila, tan democrática, que por todo ello no era
precisamente un país. Liviandad, cuidado al ciudadano, urbanidad, bonhomía eran,
pues, tan solo una apariencia, una vil añagaza.
Sea como fuere, la gente iba a su trabajo, vivía su
tiempo de asueto con aparente felicidad, entendida ésta siguiendo al ínclito
alemán,como
ausencia de dolor y de aburrimiento. Sí, eso parecía.
Había
pocas vacaciones porque trabajaban mucho, labores gratas y formativas decían.
Las farmacias expedían a espuertas psicoactivos mil y la policía era una
presencia común en cualquier rincón urbano o rural. Los medios de comunicación
se prodigaban en machacar con la idea de la bonanza del país.
En
cada ciudad, en cada pueblo, en la plaza más destacada, se erguía una famosa
estatua renacentista y al pie se leía “El enemigo por antonomasia, un hombre
con un par de cojones” (ni hablar de los de cabezas bien amuebladas), y en
algunas colinas descollaba la soberbia imagen de un toro bravo, negrísimo como
la noche, eso sí despelotado.
INTRODUCCIÓN
El libro que forman estas
historias trata sobre el amor y como lo contrario del amor no es el odio, sino
la indiferencia, también va del segundo. Hay en el odio bastante que nace del
amor, un vestigio malsano, un afán genocida.
Dicen, los unos y las otras, que
el amor es una experiencia única y maravillosa, pero también que hay muchos
amores y proteicos, buenos, malos, excelsos, que matan, etc. Algo de todo ello
hay en estas líneas, pero fundamentalmente la constatación de que lo inicuo que
tenemos que sufrir en este mundo traidor deviene de la degeneración de un
principio positivo. Hasta el amor más grande puede convertirse en odio dadas
determinadas circunstancias. Los factores generatrices y mantenedores son de
laya diversa, como los pobres sufridores, pero ya no diré más al respecto, por
desgana y tedio.
Algunas historias, que no se circunscriben
solo al amor humano –posiblemente poco recomendables para más de uno-,
pertenecen a otras obras ya editadas y los hay también originales, en torno al
tema que nos ocupa.
Que cada cual se aplique el
cuento; otra cosa es que se lo crea. Algo hay, me dijo un amigo, que parece unánime y es relativo a que el amor
acerca a una coyunda que, para a no pocos, lleva a la cárcava. Evidentemente
siempre existen excepciones encomiables.
DEL AMOR: CUENTOS
CRECIENTES
DON JUAN DE LOS PASOS TRISTES
Y otras historias de amor
(más o menos)
Texto
de Salvador
Alario Bataller
Ilustraciones en pastel de
Juan Ramón Fuentes González
Valencia, 2.012
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Salvador Alario Bataller
Lugar:
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