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Ojos culpables
Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:
-Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.
-Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.
Etiquetas: Minicuento
Sueño de la mariposa
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Etiquetas: Minicuento
La práctica médica correcta es consecutiva a una ética de la relación médico-enfermo o deontológica. "Lo primero no hacer daño" (primum non nocere) lleva a diferenciar "lo forzoso de lo azaroso", lo incurable de lo curable. Oséase:
1. Favorecer y no perjudicar. A esto House responde: "probarlo todo es mejor que no hacer nada", no hay nada por absurdo que no merezca ser probado".
2. Tratar lo curable. House responde: "Soy yatrogénico, los fallos renales y hepáticos son la rúbrica de mis tratamientos. Solo diagnostico con procedimientos gravosos y peligrosos c0mo biopsias y pruebas con fármacos con graves efectos secundarios.
Si además añadimos a esto que el cojito siempre miente, excepto cuando no debería hacerlo, como cuando la chica era un chico (episodio de la feminización testicular), la infamia alcanza cotas inconmensurables. No debiste hacerlo hideputa ¿Acaso no sabes que el conocimiento no da la felicidad? Eres un viejete listillo que vas de malo. Solo puedes ser la proyección del deseo de los ordinarios, de los ignorantes y de los sumisos, que son los más de nuestra profesión y de nuestra sociedad. He aquí la clave de tu éxito.
Tan cabroncete como tú, pero más sabio y bueno, tu colega que nunca deseó haberte conocido.
Doctor Víctor da Fita, Médico alienista.
Etiquetas: Cavilaciones desde el frenopático
El árbol del orgullo
Si bajan a la Costa de Berbería, donde se estrecha la última cuña de los bosques entre el desierto y el gran mar sin mareas, oirán una extraña leyenda sobre un santo de los siglos oscuros. Ahí, en el límite crepuscular del continente oscuro, perduran los siglos oscuros. Sólo una vez he visitado esa costa; y aunque está enfrente de la tranquila ciudad italiana donde he vivido muchos años, la insensatez y la trasmigración de la leyenda casi no me asombraron, ante la selva en que retumbaban los leones y el oscuro desierto rojo. Dicen que el ermitaño Securis, viviendo entre árboles, llegó a quererlos como a amigos; pues, aunque eran grandes gigantes de muchos brazos, eran los seres más inocentes y mansos; no devoraban como devoran los leones; abrían los brazos a las aves. Rogó que los soltaran de tiempo en tiempo para que anduvieran como las otras criaturas. Los árboles caminaron con las plegarias de Securis, como antes con el canto de Orfeo. Los hombres del desierto se espantaban viendo a lo lejos el paseo del monje y de su arboleda, como un maestro y sus alumnos. Los árboles tenían esa libertad bajo una estricta disciplina; debían regresar cuando sonara la campana del ermitaño y no imitar de los animales sino el movimiento, no la voracidad ni la destrucción. Pero uno de los árboles oyó una voz que no era la del monje; en la verde penumbra calurosa de una tarde, algo se había posado y le hablaba, algo que tenía la forma de un pájaro y que otra vez, en otra soledad, tuvo la forma de una serpiente. La voz acabó por apagar el susurro de las hojas, y el árbol sintió un vasto deseo de apresar a los pájaros inocentes y de hacerlos pedazos. Al fin, el tentador lo cubrió con los pájaros del orgullo, con la pompa estelar de los pavos reales. El espíritu de la bestia venció al espíritu del árbol, y éste desgarró y consumió a los pájaros azules, y regresó después a la tranquila tribu de los árboles. Pero dicen que cuando vino la primavera todos los árboles dieron hojas, salvo este que dio plumas que eran estrelladas y azules. Y por esa monstruosa asimilación, el pecado se reveló.
Etiquetas: Minicuento
Cena, merequetengue y, antes del matarile, ritmada y contorsionante jovialidad. Otras, con ojos golositos. Ella, mordisqueante al oído: "Esas no valen ná, yo te voy a haser un arros con platanico que te chuparás los dedos. Esas de ahí no tienen cabesa..." Precisamente la cabeza es lo que menos me interesa de ellas; de él, el susurro húmedo de vuelta... Claro está que no perdió la suya.
Le sucedió a cualquiera en cualquier lugar. Alguien se lo contó a un amigo de un amigo mío.
Víctor da Fita, alienista
Etiquetas: Cavilaciones desde el frenopático
Ante el genio epidémico de la, ahora ya, pandemia, los gobiernos han decretado que la forma de los ataudes debe ser la de la guitarra.
Ante la magnitud del problema se consulta inútilmente al doctor House por si eran cuatro y no veinticuatro las astas de la cornamenta. Yo creo que eso da igual, aunque haya puntillosos, por lo de las veces.
Dios acoja a los cornudos que pronto vamos los que quedan, oséase todos los demás, pues tanto le da a Dios, criaturas todas suyas, hombre que venado.Víctor da Fita, Doctor alienista
Etiquetas: Cavilaciones desde el frenopático
Salimos a cenar... y luego a su casa. Ella me dijo: "desnúdate"... y yo me la saqué, pues era todo yo.
Dr. Víctor da Fita, Médico alienista
(2003)
Etiquetas: Fauna ibérica
La soledad
Dr. Víctor da Fita, alienista
(2005)
He escrito un libro, un buen libro... Y ahora soy Gollum-Esmeagol.
Etiquetas: Fauna ibérica
Mi mundo encierra dos universos: uno en el que estoy con mis amados muertos y otro en el que estoy solo.
Pelayo Azllor Pessimocuore (2003)
Pelayo Azllor Pessimocuore (2003)
Etiquetas: Sentencias
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Salvador Alario Bataller
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