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H.G. Wells y La Ciencia de la Vida
Omne vivum ex vivo.
La vida deriva de la vida.
Este no es un libro raro, ni falso ni imaginario, sí un clásico, una obra fundamental, de aquel saber que bastante antes de su publicación se denominaba Historia Natural, en suma, la ciencia de la vida, nuestra actual biología. Su título, al alimón, La ciencia de la vida, de Huxley, Wells y Wells, y representa una opera impar, por su contenido y forma, así como por sus consecuencias, y que viene siendo, desde hace poco, (porque hace poco lo encontré por una de esas casualidades de la vida en una librería de lance) uno de mis libros de cabecera. Pienso que iluminaría bastantes “cabeceras” más, aparte de la mía. No pienso dar frecuentemente referencias bibliográficas porque, pienso, que a más de uno le gusta indagar y encontrar lo que otro le sugiere.
Thomas H. Huxley, abuelo de Aldous Huxley, el famoso escritor inglés , y de su hermano Julien, el primer firmante del tratado y notable biólogo, fue todo un sabio de la biología, especialmente de la fisiología (premio Nobel del Medicina junto a sir John Eccles por el descubrimiento de la transmisión del impulso nervioso en las neuronas), personaje singular, y uno de los máximos paladines del darwinismo, de cuyo creador fue amigo íntimo. Herbert G. Wells estudió biología en la Universidad de Londres y enseñó ciencias durante muchos años, produciendo además una obra profusa y variada. En el campo de la biología estuvo grandemente influido por las enseñanzas Thomas H. Huxley quien le brindó el dividendo de una rigurosa mentalidad científica, a la cual unió un vigoroso espíritu democrático, haciéndole simpatizar con el socialismo, que le sensibilizó por los problemas sociales, llevándole a una crítica social tendente a llevar a cabo las reformas necesarias para mejorar el mundo en que vivía.
A Wells lo asociamos inmediatamente con su producción de ciencia-ficción, ampliamente reconocida y difundida, y que tan buenos momentos nos brindó y nos brinda a aquellos que tenemos la saludable costumbre de releer. Aún siendo un hito en mi formación como lector, no sabía mucho de él, más bien poca cosa: ignoraba mucho de lo que arriba he apuntado, que fue un científico destacado, profesor de ciencias y que sus publicaciones, de temas muy diversos, son plétora, más logrados los unos, menos los otros -como suele suceder-, pero una suma realmente impresionante. Además de esa Guerra de Los Mundos, ese Hombre invisible, esa Isla del Dr. Moureau, “El primer hombre en la luna” y “Un hombre moderno” cuya existencia nunca podré agradecer bastante, también escribió autobiografías y obras pseudofilosóficas y en este corpus alejado de la novelística, cabe destacar una obra, que algunos calificaron de interés permanente. Concretamente The outline of history (1920, Los rasgos de la historia en buen romance: se centra en el desarrollo de la especie humana de modo ininterrumpido, desde el neolítico hasta un futuro utópico (en uno de sus dos sentidos, realizable dadas las condiciones y voluntades) caracterizado por el socialismo, la sociología, las relaciones internacionales y una serie de hechos que vemos claramente en la actualidad. La obra no puede valorarse como una obra histórica rigurosa, aunque si es un texto impresionante y que suscita vivamente la cogitación, además de constituir un notable documento de la época en que el autor vivió. Este trabajo es citado paradigmáticamente en un libro de ciencia biológica, concretamente en la que estamos comentando aquí
El tratado, una obra monumental, abarca palmariamente temas habituales en los tratados y manuales al uso, además de otros que, hoy en día, resultaría impensable ver incluidos en un tratado o manual sobre las ciencias de la vida: Libro que se lee con gran placer y se desprende en ello el aroma de lo “clásico”, bien escrito, pedagógico y ya inencontrable, resulta aleccionador que incluyamos en estas páginas parte de la introducción, concretamente del apartado de los “orígenes y propósitos de esta obra”. Dice así:
“Hace algunos año, uno de los autores de este libro escribió un resumen histórico que tituló The Outline of History . Trató la historia como un proceso que expuso –que, mejor dicho, se expuso a sí mismo mientras el autor reunía su material e iba juntando sus partes- como la apariencia d e la vida en el espacio y el tiempo, y como una realización de autoconocimiento y liberación de la voluntad; historia que se desplegaba y desarrollaba obedeciendo a una especie de necesidad interior hasta la final revelación del hombre, que al hacerse creador y consciente de la posibilidad de regir su destino, empezó a andar a tientas, entre reinos e imperios, guerras y conflictos revolucionarios, hacia la unidad y el poder. Esta historia épica, aunque presentada con sencillez, , sin floreos literarios ni pasajes poéticos, embargó la imaginación de mucha gente. La puso en relación con el esquema total de las cosas. Formó u conjunto con los hechos históricos que estas personas conocían. Les explicó sus sentimientos patrióticos, les aclaró sus ideas sobre relaciones internacionales y racionalizó sus actividades sociales y políticas. Fue algo que halló terreno abonado en el público, que la esperaba, y el libro tuvo un éxito muy superior a los méritos de su enseñanza o a sus cualidades literarias.
Hacia él se volvieron hombres y mujeres que hasta entonces, consciente o inconscientemente, habían basado sobre el anterior esquema de la historia su concepto general de los acontecimientos mundiales, la parte histórica de la Biblia incrementada con algunos trozos de literatura clásica y su propia crónica nacional. No bastaba ya a llenar las necesidades modernas una historia que empezaba en plena fábula bárbara, que estudiaba casi exclusivamente los asuntos gentilicios de los judíos, que omitía el pasado de casi todo el mundo a excepción de Siria y Egipcio, y terminaba en los acontecimientos de hace dos mil años. Poco a poco, la ciencia había ido escribiendo un Génesis mayor, y discretamente, y detalle por detalle, excavadores eruditos fueron descubriendo más importantes anales y presentando una más lúcida lista de reyes. En la experiencia humana había ido germinando un mundo más vasto que achicaba los éxitos de Palestina y la jurisdicción de los Césares. Pese a sus imperfecciones, a su carácter de compilación, a su prosa vulgar aunque sin pretensiones y a sus muchos bocetos incidentales, The Outline of History presentó por primera vez ante muchas personas algo de la grandeza de estas nuevas perspectivas. Sus lectores comprendieron que vivían en un escenario más amplio, y las cosas en que intervenían sus actividades adquirieron para ellos un significado mucho mayor del que hasta entonces les habían atribuido.
Pero no es solo en el campo de la historia humana donde nuestra ciencia ha alcanzado un enorme desarrollo. También nuestra idea de la naturaleza de la vida y nuestro conocimiento de sus procesos han cambiado, haciéndose más firmes e intensificándose. Disponemos ya de un grande y creciente volumen de hechos relativos al modo cómo la vida progresa a nuestro alrededor y en nuestro interior. Este conocimiento repercute en la conducta de nuestra vida, arroja una luz nueva sobre nuestros juicios morales, sugiere otros métodos de cooperación humana, impone nueva idea de nuestras obligaciones, y nos abre posibilidades y libertades nuevas y originales”.
Omne vivum ex vivo.
La vida deriva de la vida.
Este no es un libro raro, ni falso ni imaginario, sí un clásico, una obra fundamental, de aquel saber que bastante antes de su publicación se denominaba Historia Natural, en suma, la ciencia de la vida, nuestra actual biología. Su título, al alimón, La ciencia de la vida, de Huxley, Wells y Wells, y representa una opera impar, por su contenido y forma, así como por sus consecuencias, y que viene siendo, desde hace poco, (porque hace poco lo encontré por una de esas casualidades de la vida en una librería de lance) uno de mis libros de cabecera. Pienso que iluminaría bastantes “cabeceras” más, aparte de la mía. No pienso dar frecuentemente referencias bibliográficas porque, pienso, que a más de uno le gusta indagar y encontrar lo que otro le sugiere.
Thomas H. Huxley, abuelo de Aldous Huxley, el famoso escritor inglés , y de su hermano Julien, el primer firmante del tratado y notable biólogo, fue todo un sabio de la biología, especialmente de la fisiología (premio Nobel del Medicina junto a sir John Eccles por el descubrimiento de la transmisión del impulso nervioso en las neuronas), personaje singular, y uno de los máximos paladines del darwinismo, de cuyo creador fue amigo íntimo. Herbert G. Wells estudió biología en la Universidad de Londres y enseñó ciencias durante muchos años, produciendo además una obra profusa y variada. En el campo de la biología estuvo grandemente influido por las enseñanzas Thomas H. Huxley quien le brindó el dividendo de una rigurosa mentalidad científica, a la cual unió un vigoroso espíritu democrático, haciéndole simpatizar con el socialismo, que le sensibilizó por los problemas sociales, llevándole a una crítica social tendente a llevar a cabo las reformas necesarias para mejorar el mundo en que vivía.
A Wells lo asociamos inmediatamente con su producción de ciencia-ficción, ampliamente reconocida y difundida, y que tan buenos momentos nos brindó y nos brinda a aquellos que tenemos la saludable costumbre de releer. Aún siendo un hito en mi formación como lector, no sabía mucho de él, más bien poca cosa: ignoraba mucho de lo que arriba he apuntado, que fue un científico destacado, profesor de ciencias y que sus publicaciones, de temas muy diversos, son plétora, más logrados los unos, menos los otros -como suele suceder-, pero una suma realmente impresionante. Además de esa Guerra de Los Mundos, ese Hombre invisible, esa Isla del Dr. Moureau, “El primer hombre en la luna” y “Un hombre moderno” cuya existencia nunca podré agradecer bastante, también escribió autobiografías y obras pseudofilosóficas y en este corpus alejado de la novelística, cabe destacar una obra, que algunos calificaron de interés permanente. Concretamente The outline of history (1920, Los rasgos de la historia en buen romance: se centra en el desarrollo de la especie humana de modo ininterrumpido, desde el neolítico hasta un futuro utópico (en uno de sus dos sentidos, realizable dadas las condiciones y voluntades) caracterizado por el socialismo, la sociología, las relaciones internacionales y una serie de hechos que vemos claramente en la actualidad. La obra no puede valorarse como una obra histórica rigurosa, aunque si es un texto impresionante y que suscita vivamente la cogitación, además de constituir un notable documento de la época en que el autor vivió. Este trabajo es citado paradigmáticamente en un libro de ciencia biológica, concretamente en la que estamos comentando aquí
El tratado, una obra monumental, abarca palmariamente temas habituales en los tratados y manuales al uso, además de otros que, hoy en día, resultaría impensable ver incluidos en un tratado o manual sobre las ciencias de la vida: Libro que se lee con gran placer y se desprende en ello el aroma de lo “clásico”, bien escrito, pedagógico y ya inencontrable, resulta aleccionador que incluyamos en estas páginas parte de la introducción, concretamente del apartado de los “orígenes y propósitos de esta obra”. Dice así:
“Hace algunos año, uno de los autores de este libro escribió un resumen histórico que tituló The Outline of History . Trató la historia como un proceso que expuso –que, mejor dicho, se expuso a sí mismo mientras el autor reunía su material e iba juntando sus partes- como la apariencia d e la vida en el espacio y el tiempo, y como una realización de autoconocimiento y liberación de la voluntad; historia que se desplegaba y desarrollaba obedeciendo a una especie de necesidad interior hasta la final revelación del hombre, que al hacerse creador y consciente de la posibilidad de regir su destino, empezó a andar a tientas, entre reinos e imperios, guerras y conflictos revolucionarios, hacia la unidad y el poder. Esta historia épica, aunque presentada con sencillez, , sin floreos literarios ni pasajes poéticos, embargó la imaginación de mucha gente. La puso en relación con el esquema total de las cosas. Formó u conjunto con los hechos históricos que estas personas conocían. Les explicó sus sentimientos patrióticos, les aclaró sus ideas sobre relaciones internacionales y racionalizó sus actividades sociales y políticas. Fue algo que halló terreno abonado en el público, que la esperaba, y el libro tuvo un éxito muy superior a los méritos de su enseñanza o a sus cualidades literarias.
Hacia él se volvieron hombres y mujeres que hasta entonces, consciente o inconscientemente, habían basado sobre el anterior esquema de la historia su concepto general de los acontecimientos mundiales, la parte histórica de la Biblia incrementada con algunos trozos de literatura clásica y su propia crónica nacional. No bastaba ya a llenar las necesidades modernas una historia que empezaba en plena fábula bárbara, que estudiaba casi exclusivamente los asuntos gentilicios de los judíos, que omitía el pasado de casi todo el mundo a excepción de Siria y Egipcio, y terminaba en los acontecimientos de hace dos mil años. Poco a poco, la ciencia había ido escribiendo un Génesis mayor, y discretamente, y detalle por detalle, excavadores eruditos fueron descubriendo más importantes anales y presentando una más lúcida lista de reyes. En la experiencia humana había ido germinando un mundo más vasto que achicaba los éxitos de Palestina y la jurisdicción de los Césares. Pese a sus imperfecciones, a su carácter de compilación, a su prosa vulgar aunque sin pretensiones y a sus muchos bocetos incidentales, The Outline of History presentó por primera vez ante muchas personas algo de la grandeza de estas nuevas perspectivas. Sus lectores comprendieron que vivían en un escenario más amplio, y las cosas en que intervenían sus actividades adquirieron para ellos un significado mucho mayor del que hasta entonces les habían atribuido.
Pero no es solo en el campo de la historia humana donde nuestra ciencia ha alcanzado un enorme desarrollo. También nuestra idea de la naturaleza de la vida y nuestro conocimiento de sus procesos han cambiado, haciéndose más firmes e intensificándose. Disponemos ya de un grande y creciente volumen de hechos relativos al modo cómo la vida progresa a nuestro alrededor y en nuestro interior. Este conocimiento repercute en la conducta de nuestra vida, arroja una luz nueva sobre nuestros juicios morales, sugiere otros métodos de cooperación humana, impone nueva idea de nuestras obligaciones, y nos abre posibilidades y libertades nuevas y originales”.
Revisando el índice nos encontramos con una vasta representación los los temas habituales de la biología, pero con partes y capítulos que los ojos leen con delicia y no son frecuentes; hoy sería hacerse cruces, encontrar entre los empeños mentales de los científicos algunos ocupados que estuvieren en estas materias enjundiosas. Así, la obra en dos tomos, está formada por 4 libros para el primero y 5 para el segundo, nueve en total. Más allá de las cuestiones tópicas de definición de la vida, zoología, fisiología y anatomía, evolución, etc., en el segundo tomo encontramos todo un capítulo dedicado al cerebro humano (capítuloV.- El cerebro culminante) y al córtex (capítulo VI.- La corteza y sus funciones), además del uno dedicado a la mente y la conducta del hombre (capítulo VII) y, además, en el capítulo VIII, titulado “Modernas ideas de la conducta”, se tratan temas como: la conducta de la vida, la personalidad que dirigimos, los deberes biológicos fundamentales, el conocimiento de sí mismo, sinceridad, sujeción y equilibrio, y evasión indolencia y miedo; en el peculiar capítulo IX, que se titula “En la frontera de la ciencia: la cuestión de la supervivencia personal”, se nos habla de la teoría del cuerpo-alma-espíritu, interpretación de los sueños y telapatía, clarividencia, espiritismo y telequinesis, materialización y ectoplasma, Mitología de la vida futura y, finalmente, supervivencia de la personalidad después de la muerte.
El libro IX, por lo que pronto se dilucidará, “Biología de la raza humana”, se integra por dos capítulo : Capítulo I.- Peculiaridades de la especie Homo sapiens (i.e: 1. Fuego, herramientas, lenguaje y economía, 2. Orígenes del Homo sapiens, 3. Primeras variedades de la vida humana y 4. Desarrollo dela vida social) y Capítulo II.- La fase actual de la asociación humana (i.e:1. La tradición religiosa, 2. El ocaso del tradicionalismo, 3. La abolición de la guerra, 3. El cambio en la naturaleza de la educación, 5, La multiplicación de la especie humana, 6. La energía superflua del hombre, 7. Una mente y una voluntad colectivas y 8. El domino de la vida), tendría un gran impacto en el ámbito intelectual y social de la época, especialmente en Estados Unidos y en aquél mundo de los americanos viejos que inmediatamente habremos de visitar por mediación de uno de sus ilustres no afamados in suo tempore, pero de recuerdo inmarcesible.
Cada obra, cada disciplina tiene un perfil marcado por su tiempo y en ese contexto se la ha de entender; por ello, si buscamos capítulos como los indicados en una obra actual, magnífica, e ingente de la disciplina como la Biología de Eldra Pearl Solomon, (el contenido acaba, como es habitual en el Ecología, la ciencia que estudia la relación del ser vivo con el medio ambiente, viviente y no viviente) vemos que se excluyen temas que, en otro tiempo, formaban parte de la común preocupación de muchos sabios y que trataban de integrar y de dar explicación en sus respectivas disciplinas. De hecho, estos temas hace mucho que se han dispersado en ámbitos culturales distintos y divergentes, de muy difícil conciliación. Por eso, un libro que adune razonablemente saberes tan fundamentales, resulta, como poco, de agradecer. Lo malo es que, a menos que medie un duendecillo de la fortuna y un impagable librero de viejo, incluso los propios biólogos e historiadores y filósofos de la ciencia de la vida –y de la ciencia en general- no podrán deleitarse con estas maravillas.
No en vano supra hablamos de la raza e hicimos énfasis en el capítulo atingente de la Ciencia de la vida de Huxley, Wells y Wells. Al hablar de un insigne americano hacíamos referencia al abuelo Theobald, tal como se llamaba a sí mismo normalmente en las relaciones amicales, H.P.Lovecraft. Sabidas son sus adacciones, casi hasta sus últimos años, a ideas ultraconservadoras, comunes en los norteamericanos viejos de su época, que le hicieron ver con simpatía a figuras como Hitler y Mussolini. Sus desaforadas críticas para con las razas que no fueran las “arias”, contradecían desorbitadamente su trato habitual, amable y sencillo, con personas de menor clase y condición, y con aquellas que, sobre el papel, escarnizaba de modo escandaloso, especialmente a las personas de color. Poco a poco, con el tiempo, y no solamente por los años, estas actitudes e ideas fueron cambiando (creo que representaron poco cosas más que una pose de clase): Lovecraft, creo que nadie lo pondrá en duda, era ante todo un caballero y una buena persona.
En efecto, hacia finales d 1933 (le quedaba poco para la muerte, aunque él no fuese consciente), las críticas de Lovecraft hacia Hitler y al fascismo se hicieron severas. Además de los despropósitos de los nazis y de los fascistas, este cambio estuvo motivado por sus lecturas, como Aquí no pasará (1935) de Sinclair Lewis . Otra influencia muy notable, vino de la popularización de las ciencias biológicas en su tiempo, destacando la obra que comentamos en este capítulo , “La ciencia de la vida” de Julien Huxley, H.G.Wells y G.P.Wells (1929-1935), libro que vernon Shea, un amigo le había prestado en 1.935, que, en propias palabras de Lovecraft, fue “el libro más importante que he leído en años”, libro que leyó y releyó con pasión, y que derribó, de una vez por todas, el mito ario, con una sólida refutación. A saber:
“En primer lugar no existe “una raza aria” pura. Solamente hay grupos de gente de muy diversa cepa que hablan lenguas de tipo ario...
En segundo lugar, no existe una “raza judía” pura. El término judío denota una comunidad de determinada tradición religiosa y seminacional en la que hay implícita cierta descendencia común. Pero los judíos mismos son de origen marcadamente mezclado...
En tercer lugar, la raza nórdica, a la que tanta importancia política se la ha dado, no existe en parte alguna en un estado que se acerque siquiera a la pureza. En Alemania, por ejemplo, los genes nórdicos están muy mezclados con los alpinos y, en menor medida, con los de procedencia mediterránea, y también ha habido cierta infiltración de rasgos mongólicos del Este...
En cuarto lugar, los nórdicos no han sido responsables, como se pretendía a menudo, de los grandes avances de la historia humana. El mayor de todos, de la barbarie a la civilización... lo dio en el Cercano Oriente, probablemente el tipo de gente mediterránea de pelo oscuro; desde luego, no el tipo nórdico alto, de pelo rubio y ojos azules"...
En suma, genéticamente somos una combinación en la cual no hay quien se aclare, pero sí podemos hablar de tradiciones culturales y lingüísticas. Este asuntos, para la mayoría de la gente culta y razonable quedan claros. H.P. Lovecraft leyó la edición de 1934 (Wells, Huxley & Wells: The Sciencie of Live, New York, Garden City. En la edición española figura Huxley como primer autor. Y es de M. AGUILAR EDITOR.).
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