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En el calendario habitual el Día de los Muertos es el 1 de Noviembre, el Día de Todos los Santos según la tradición judeo-cristiana, el Shamhaim celta. Es una de las festividades más marcadamente célticas porque, tras los fuegos del Shamhaim se iniciaba el año celta.
Siendo otrora una de las grandes celebraciones del fuego, se celebraba encendiendo grandes hogueras, lo cual se ha conservado inclusive dentro del cristianismo (substituido muchas veces por las velas, símbolo del elemento ígneo), resaltando, en su fundamento, el elemento pagano del culto a los muertos.
En la brujería wicca se la conoce, como dijimos, con el nombre de Shamhaim y entraña un carácter mucho más fantástico que otras festividades mágicas : es el final del verano, cuando crecen los poderes subterráneos (del inferomundo) y se liberan todos los poderes, tanto positivos como negativos, porque las puertas, en esa fecha, en ese día mágico, permanecen abiertas. En la tradición pagana se trataba de mantener la comunicación entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre el mundo de arriba y el submundo, la tierra de abajo, el supramundo y el inframundo. El rito culminaba con una explosión de alegría, reafirmando la vida sobre la muerte, la afirmación de todo lo vivo sobre todo lo muerto. La vara del sacerdote constituía un símbolo fálico, indicando la fuerza creadora de la naturaleza, inmanente a los ritos de fertilidad.
Entre algunos de los himnos que se han conservado y que se cantaban o declamaban en dicha celebración, en uno se reza al “augusto señor de las sombras, dador de la vida y dador de la muerte”, en el seno de un rito encaminado, pues, a conseguir que los fenecidos se unan a la fiesta, que se les sienta presentes (v., Seral Coca, 1.996). El momento esencial es el instante cósmico en el que se abren las puertas entre el mundo de los vivos y el desconocido del más allá, el de los muertos. Este momento especial se denominó “All Hallow Een”, que, en los Estados Unidos de Norteamérica, se transformo en el conocido “Halloween”.
Antiguamente la fiesta tenía un aspecto lúdico (y también sexual : la unión física del sacerdote y de la sacerdotisa, simbolizada después por la introducción de la daga en la copa), pero en Europa, con la influencia del cristianismo, la fiesta se ha transformado en un día triste, el de Todos los Santos, muy apartado en su significado del día original. Lamentablemente también el concepto de la muerte, de carácter positivo, como tránsito a algo mejor, ha devenido en algo oscuro, terrible y evocador de gran temor. En la tradición pagana, muy al contrario, la muerte era un proceso natural y existía siempre, de signo positivo, una intercomunicación entre la vida y la muerta, siendo una en realidad. Las misas, por ejemplo, tratan de romper este lazo, intentando alejar a los muertos de los vivos, guiándoles en su viaje al otro mundo. Las velas en estos ritos han substituido a las hogueras de otros tiempos, para dar luz y guía a los difuntos en su trayecto, en una clara representación modificada del elemento ígneo, con todo lo que ello supone de vida y regeneración.
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