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DOM AGUSTIN CALMENT ET LES REVENANTS (1.751): EL CLÁSICO POR ANTONOMASIA DEL VASMPIRISMO
Publicado por Unknown en 1:01 a. m.DOM AGUSTIN CALMET
DISSERTATION SUR LES REVENANTS EN CORPS, LES EXCOMMUNIÉS,
LES OUPIRES OU VAMPIRES, BRUCOLAQUES, ETC (1751).
Si alguna vez ha existido en el mundo una
Historia garantizada y demostrada, es la de
Los vampiros. No falta nada: informes ofi-
ciales, testimonios de personas dignas de
crédito, cirujanos, sacerdotes, jueces; exis-
ten toda clase de pruebas.
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
“ (...) Cada siglo, cada nación, cada pueblo, tiene sus preocupaciones, sus enfermedades, sus modas, sus inclinaciones, que forman su idiosincrasia; pasan, y unas se suceden a otras, y muchas veces lo que en un tiempo ha parecido admirable se convierte en algo despreciable y ridículo.
(...)Desde hace cerca de sesenta años, en Hungría, en Moldavia, en silesia y en Polonia, aparece ante nuestros ojos un nuevo fenómeno; según dice la gente, hombres muertos hace muchos años, o por lo menos desde hace muchos meses, regresan, hablan, caminan, inquietan a las gentes, ofenden a los hombres y a los animales, chupan la sangre de sus parientes, les ocasionan enfermedades e incluso la muerte. Solamente desenterrando un cadáver, empalándolos, cortándoles la cabeza, quemándolos o sacándole el corazón, pueden librarse de sus visitas y daños. A los que de tal modo actúan se les llama upiros, o vampiros, lo que equivale a decir sanguijuelas”.
AGUSTIN CALMET
VAMPIROS DE HUNGRÍA Y DE LAS REGIONES VECINAS (fragmento).
“(...)Mi gentil soberana:
Cuando los pueblos se han encontrado frente a hechos extraordinarios cuyas causas desconocían, los han atribuido siempre a poderes superiores al hombre. Esto nos lo muestra la historia de cada siglo.
Las ciencias cultivadas con buen juicio y las artes probaron la existencia de causas muy naturales, cuyos efectos hicieron maravillar a quienes ignoraban tales causas.
(...)La magia póstuma reinaba entonces en aquel trozo del país (se refiere a Hungría, N.A); se llamaba vampiros a determinados cadáveres, de los que se decía que chupaban la sangre de las personas, y de los animales; y cuando alguien comía la carne de tales animales se convertía a su vez en vampiro; y de cualquier manera que alguien haya adquirido en vida el vampirismo pasivo, se convertía en vampiro activo después de la muerte, a no ser que comiese tierra de la tumba de un vampiro y se frotase con la sangre del mismo”.
GERARD VAN SWIETEN
Protomédico de Su Majestad la Emperatriz María Teresa
INFORME MEDICO SOBRE LOS VAMPIROS (fragmento).
Llevaba mucho tiempo buscando obras de vampirismo en castellano y no había manera de encontrar nada. De eso hace ya más de veinte años y, en esa fecha, ya casi me resignaba a que mi documentación sobre ese tema adorado por mí, se limitase a los cuatro artículos en sendas revistas que esporádicamente habían caído en mis manos. Entonces, un día, cuando menos me lo esperaba, lo encontré. No se trataba de la obra completa sino de un fragmento, en una compilación de Vadim. En el libro se incluían textos clásicos maravillosos y aquel hallazgo significó, en aquellas fechas, como un renacimiento en este valle de lágrimas. Después, como si la fortuna me hubiese tocado con su mano dorada, año tras año fui encontrando libros, hasta que, por motivos comerciales claro, las editoriales nos inundaron con una miríada de títulos sobre el tema, obviamente desechables la mayoría de ellos. Pero, de lo que no cabe duda, es que la obra de Calmet es una joya y un clásico sobre los no-muertos.
No fue así: “Lo encontré por causalidad cuando caminaba bajo un duro cielo negro, sin estrellas; hacía tiempo ya que la noche había hermoseado aquellas callejas recoletas de la capital valenciana. Entonces vi una pequeña librería de viejo, abierta, y entré. Sí, allí, entre infolios la encontré, bella, digna, suculenta, compilación, romanticismo gótico, pasión negra en estado puro”, como escribí una vez referente a un libro sobre el mismo tema, ilustrado por una joven artista valenciana, pero actual, de innegable belleza; sí fue por casualidad, aunque el decurso de acontecimientos resultó mucho más banal: había acompañado a mi hermano para que hiciese el último examen de la carrera de Medicina y, por no esperar en el coche, me fui a Benimaclet, donde vivía, en un piso alquilado, durante el curso académico con unos amigos y entré en la biblioteca de viejo del barrio (seguro que ya no existe). De repente vi un libro rojo y la palabra Vampiros me alcanzó. Aquella emoción, mezcla de angustia y de placer, se me unión en un temblor en el centro de mi ser y más cuando al abrir, al azar, me encontré con Calmet y su obra (La obra de Roger Vadim se titula Vampiros entre nosotros y está editada por Plaza y Janés, pero seguro que ahora no se encuentra o es de muy difícil adquisición).
En esa compilación que la mano grata de un hada feliz había puesto ante mí en una tórrida tarde de Julio, estaba todo: “El vampiro” de Polidori, “La desposada de Corinto” de Goethe, “El viyi” de Gogol, “La bella vampirizada” de Dumas, “La macabra amante” de Gauthier, “Carmilla” de Sheridan le Fanu, “El conde Magnus” de Montague Rode James, y también “Tu amigo vampiro” de Lautreamont, “El vampiro de Sussex” de Conan Doyle, “Lokis” de Prosper Merimé, “La familia del vurdalak” de Alexei.K.Tolstoi, “El vampiro del bien” de Charles Nodier, de Las mil y una noches “Historia narrada la novecienta cuadragésima quinta noche al sultán Baibars por el sexto capitán de policía, o bien, honor de vampiro”, y muchos más de autores celebérrimos en su mayoría, pero sobre todo hallé lo que más anhelaba “El Informe Médico sobre los vampiros” del Dr. Gerard van Swieten, Protomédico de Su Majestad María Teresa de Austria y, finalmente, ligado al anterior por polémica inevitable y una joya en sí mismo “Vampiros de Hungría y de las regiones vecinas”, simplificando un título mucho más epatante que daremos enseguida, la obra que constituye el motivo de estas páginas, de dom Asgustín Calmet, gran exegeta de la Biblia por lo demás.
Hay asenso al afirmar que uno de los tratados más famosos referentes al fenómeno del vampirismo es el mencionado, Dissertation sur les revenans en corps, les excomuniés, les oupires ou vampires, brocolaques, etc... (1751), quien no se aparta, en la versión definitiva, de la posición ortodoxa de la iglesia, si bien, en algunos tratados sobre estos temas, algún autor afirmase que la obra primera había sido expurgada. Se decía que, al igual que sucediera a Darwin con el evolucionismo, que había ido a islas lejanas para afianzar el creacionismo y acabó defendiendo y preconizando la teoría evolucionista, también Calmet, con algunos comentarios de la obra primigenia, en realidad, no había hecho más que avivar la antigua llama de la creencia en tales fenómenos preternaturales. Sea como fuere, la intención principal de la obra, se insiste, es la de refutar las opiniones consuetudinarias sobre “los hechos presuntos” de los vampiros... El mismo autor obviaba, con meras afirmaciones, que su intención estaba lejos y nunca podría contradecir las irrefutables apariciones narradas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, en una toma posicional o doctrinal basada en una mera cuestión de fe, que le alejaba claramente del propósito principal de la obra que estamos comentando... Afirmar o negar la existencia del vampirismo no es, empero, mera cuestión de fe, porque vampiros los hay de varios tipos que solamente mencionaremos aqui: el folclórico, el astral, el psíquico y el psicopático. Sin embargo, uno debe comenzar por los clásicos y el tratado de Calmet es, qué duda cabe, el referente obligado.
Si alguna vez ha existido en el mundo una
Historia garantizada y demostrada, es la de
Los vampiros. No falta nada: informes ofi-
ciales, testimonios de personas dignas de
crédito, cirujanos, sacerdotes, jueces; exis-
ten toda clase de pruebas.
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
“ (...) Cada siglo, cada nación, cada pueblo, tiene sus preocupaciones, sus enfermedades, sus modas, sus inclinaciones, que forman su idiosincrasia; pasan, y unas se suceden a otras, y muchas veces lo que en un tiempo ha parecido admirable se convierte en algo despreciable y ridículo.
(...)Desde hace cerca de sesenta años, en Hungría, en Moldavia, en silesia y en Polonia, aparece ante nuestros ojos un nuevo fenómeno; según dice la gente, hombres muertos hace muchos años, o por lo menos desde hace muchos meses, regresan, hablan, caminan, inquietan a las gentes, ofenden a los hombres y a los animales, chupan la sangre de sus parientes, les ocasionan enfermedades e incluso la muerte. Solamente desenterrando un cadáver, empalándolos, cortándoles la cabeza, quemándolos o sacándole el corazón, pueden librarse de sus visitas y daños. A los que de tal modo actúan se les llama upiros, o vampiros, lo que equivale a decir sanguijuelas”.
AGUSTIN CALMET
VAMPIROS DE HUNGRÍA Y DE LAS REGIONES VECINAS (fragmento).
“(...)Mi gentil soberana:
Cuando los pueblos se han encontrado frente a hechos extraordinarios cuyas causas desconocían, los han atribuido siempre a poderes superiores al hombre. Esto nos lo muestra la historia de cada siglo.
Las ciencias cultivadas con buen juicio y las artes probaron la existencia de causas muy naturales, cuyos efectos hicieron maravillar a quienes ignoraban tales causas.
(...)La magia póstuma reinaba entonces en aquel trozo del país (se refiere a Hungría, N.A); se llamaba vampiros a determinados cadáveres, de los que se decía que chupaban la sangre de las personas, y de los animales; y cuando alguien comía la carne de tales animales se convertía a su vez en vampiro; y de cualquier manera que alguien haya adquirido en vida el vampirismo pasivo, se convertía en vampiro activo después de la muerte, a no ser que comiese tierra de la tumba de un vampiro y se frotase con la sangre del mismo”.
GERARD VAN SWIETEN
Protomédico de Su Majestad la Emperatriz María Teresa
INFORME MEDICO SOBRE LOS VAMPIROS (fragmento).
Llevaba mucho tiempo buscando obras de vampirismo en castellano y no había manera de encontrar nada. De eso hace ya más de veinte años y, en esa fecha, ya casi me resignaba a que mi documentación sobre ese tema adorado por mí, se limitase a los cuatro artículos en sendas revistas que esporádicamente habían caído en mis manos. Entonces, un día, cuando menos me lo esperaba, lo encontré. No se trataba de la obra completa sino de un fragmento, en una compilación de Vadim. En el libro se incluían textos clásicos maravillosos y aquel hallazgo significó, en aquellas fechas, como un renacimiento en este valle de lágrimas. Después, como si la fortuna me hubiese tocado con su mano dorada, año tras año fui encontrando libros, hasta que, por motivos comerciales claro, las editoriales nos inundaron con una miríada de títulos sobre el tema, obviamente desechables la mayoría de ellos. Pero, de lo que no cabe duda, es que la obra de Calmet es una joya y un clásico sobre los no-muertos.
No fue así: “Lo encontré por causalidad cuando caminaba bajo un duro cielo negro, sin estrellas; hacía tiempo ya que la noche había hermoseado aquellas callejas recoletas de la capital valenciana. Entonces vi una pequeña librería de viejo, abierta, y entré. Sí, allí, entre infolios la encontré, bella, digna, suculenta, compilación, romanticismo gótico, pasión negra en estado puro”, como escribí una vez referente a un libro sobre el mismo tema, ilustrado por una joven artista valenciana, pero actual, de innegable belleza; sí fue por casualidad, aunque el decurso de acontecimientos resultó mucho más banal: había acompañado a mi hermano para que hiciese el último examen de la carrera de Medicina y, por no esperar en el coche, me fui a Benimaclet, donde vivía, en un piso alquilado, durante el curso académico con unos amigos y entré en la biblioteca de viejo del barrio (seguro que ya no existe). De repente vi un libro rojo y la palabra Vampiros me alcanzó. Aquella emoción, mezcla de angustia y de placer, se me unión en un temblor en el centro de mi ser y más cuando al abrir, al azar, me encontré con Calmet y su obra (La obra de Roger Vadim se titula Vampiros entre nosotros y está editada por Plaza y Janés, pero seguro que ahora no se encuentra o es de muy difícil adquisición).
En esa compilación que la mano grata de un hada feliz había puesto ante mí en una tórrida tarde de Julio, estaba todo: “El vampiro” de Polidori, “La desposada de Corinto” de Goethe, “El viyi” de Gogol, “La bella vampirizada” de Dumas, “La macabra amante” de Gauthier, “Carmilla” de Sheridan le Fanu, “El conde Magnus” de Montague Rode James, y también “Tu amigo vampiro” de Lautreamont, “El vampiro de Sussex” de Conan Doyle, “Lokis” de Prosper Merimé, “La familia del vurdalak” de Alexei.K.Tolstoi, “El vampiro del bien” de Charles Nodier, de Las mil y una noches “Historia narrada la novecienta cuadragésima quinta noche al sultán Baibars por el sexto capitán de policía, o bien, honor de vampiro”, y muchos más de autores celebérrimos en su mayoría, pero sobre todo hallé lo que más anhelaba “El Informe Médico sobre los vampiros” del Dr. Gerard van Swieten, Protomédico de Su Majestad María Teresa de Austria y, finalmente, ligado al anterior por polémica inevitable y una joya en sí mismo “Vampiros de Hungría y de las regiones vecinas”, simplificando un título mucho más epatante que daremos enseguida, la obra que constituye el motivo de estas páginas, de dom Asgustín Calmet, gran exegeta de la Biblia por lo demás.
Hay asenso al afirmar que uno de los tratados más famosos referentes al fenómeno del vampirismo es el mencionado, Dissertation sur les revenans en corps, les excomuniés, les oupires ou vampires, brocolaques, etc... (1751), quien no se aparta, en la versión definitiva, de la posición ortodoxa de la iglesia, si bien, en algunos tratados sobre estos temas, algún autor afirmase que la obra primera había sido expurgada. Se decía que, al igual que sucediera a Darwin con el evolucionismo, que había ido a islas lejanas para afianzar el creacionismo y acabó defendiendo y preconizando la teoría evolucionista, también Calmet, con algunos comentarios de la obra primigenia, en realidad, no había hecho más que avivar la antigua llama de la creencia en tales fenómenos preternaturales. Sea como fuere, la intención principal de la obra, se insiste, es la de refutar las opiniones consuetudinarias sobre “los hechos presuntos” de los vampiros... El mismo autor obviaba, con meras afirmaciones, que su intención estaba lejos y nunca podría contradecir las irrefutables apariciones narradas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, en una toma posicional o doctrinal basada en una mera cuestión de fe, que le alejaba claramente del propósito principal de la obra que estamos comentando... Afirmar o negar la existencia del vampirismo no es, empero, mera cuestión de fe, porque vampiros los hay de varios tipos que solamente mencionaremos aqui: el folclórico, el astral, el psíquico y el psicopático. Sin embargo, uno debe comenzar por los clásicos y el tratado de Calmet es, qué duda cabe, el referente obligado.
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Un abrazo.
Hannah
(A ti no te recuerdo que cambies la url de mi enlace porque no me tienes enlazada. ;-) )
un abrazo desde la ciudad en la que nunca es de dia.
En definitiva eres un apasionado de los vampiros y lo transmites a nosotros los que te leemos.
Por cierto he contestado el e-mail que me enviaste.
Saludos