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11 de Agosto de 1.8...

Acababa de acostarme cuando oí ladrar a los perros en el exterior. Poco después, el viento trajo hasta mi ventana sus gemidos lastimeros. Me asusté, preguntándome qué les habría sucedido. Nada se oía en la casa, excepto el crujir de la madera y la voz de la piedra, esos sonidos que ocupan indefectiblemente las grandes casas solitarias y que cobran ominosa vida en la noche. De súbito, fui más consciente que nunca de que no había ningún hombre en la casa. Encendí una vela y aterrada me senté en la cama, con la espalda pegada al alto cabezal y la boca seca. Comencé a tener dificultad para respirar y el pulso se me aceleró. Recuerdo que entonces recé pero, aunque estaba asustada, comencé a sentir una creciente laxitud por todo el cuerpo. La luz de las velas arrojaban sombras vacilantes en el dormitorio y junto a ellas, mi alma parecía ir cayendo plácidamente en una especie de ensoñación involuntaria. Por un momento hubiera querido levantarme y gritar, pero mi cuerpo no me obedeció y de mi garganta no brotó el menor sonido. Una fuerza indescriptible me mantenía clavada donde estaba, in manus de una indomeñable fascinación, detrás de la cual presentía el influjo de algo anormal e inenarrable. En medio de mi turbación, escuché una vez más los gemidos de los animales y experimenté, con una emoción rayana al paroxismo del horror y por enésima vez, la sensación de aprensión de las noches de mi infancia, con su angustiosa expectación y su pesadilla. Me preguntaba porqué era incapaz de pronunciar una sola palabra o de moverme, a despecho de mi vana lucha interior. Aguardaba, aguardaba,... ¿A qué?. La respuesta era archiconocida, si bien en todo momento trataba de mantenerla apartada de mi conciencia. Creo recordar que, poco después, entró por la ventana un olor penetrante y nauseabundo, acre, fétido, como de materia indeterminada en estado de putrefacción, que se me metió hasta la garganta y a punto estuvo de provocarme el desmayo. No adivinaba a determinar el origen de aquel miasma, que experimentaba por primera vez en mi vida. Nunca antes había percibido nada semejante y las angustiosas sensaciones que me invadieron en aquellos momentos fueron indecibles, atenazada por la desesperación y la náusea. Después hubo un lapsus en que quedé como inconsciente y cuando me repuse ligeramente, me sentía totalmente abatida e incapaz de pensar. Seguidamente, los hechos tomaron otro curso pues, sin saber cómo, me encontré de pie junto a la cama. Me puse la bata de una manera maquinal y, como movida por un resorte, me acerqué a la ventana. Ya no se oía a los perros, pero el aullido de los lobos llegaba nítido desde las nevadas cumbres. Después fue todo silencio, un reinante silencio sobrecogedor y pude ver a las bestias yacer, como dormidas, sobre el césped del jardín.
Lo que seguidamente sucedió fue tan extraordinario que no puedo dar crédito a lo que vieron mis ojos. ¿O fue acaso una alucinación, un sueño tal vez?. Sufrí una gran turbación y debí entrar en un estado de alucinosis, pues lo veía todo como en un sueño: los picos cercanos, la bruma galopante, la sombría mole del castillo moldavo, oscilaban ante mí como las imágenes de un sueño, etéreas e irreales, pero con una extraña substancia propia. La noche era profunda y amenazadora. Tan vaga era cada impresión, que ahora no me atrevería a afirmar que realmente no estuve soñando. El plenilunio refulgía leve en el cielo, como un pálido zafiro. Y, más allá, el páramo se remontaba en lontananza, hundiéndose en el frío y metálico caos del horizonte. Un animal, de laya ancestral parecía susurrarme Hypnos, aulló en aquel abismo de sombras inquietantes y entonces pude verle, aunque no le vi llegar. La sombra avanzó lentamente, deteniéndose a pocos metros bajo la ventana. En un principio apenas le distinguí, pues su perfil era incierto, frágil a mis ojos como un fantasma, pero después pude ver que aquella presencia de forma humana, vestía una manto talar o alguna prenda semejante. Tampoco pude distinguir nada que se pareciese a un rostro humano, tan tenue era la figura y tan densa la niebla que le envolvía. Sin embargo, cuando se acercó más, surgiendo completamente de la blanca veste envolvente, pude ver con claridad un anciano caballero, de porte altivo, alto y de facciones severas, casi feroces, de terribles ojos llameantes. Era él, una vez más, que había atravesado la barrera del tiempo y del espacio para visitarme nuevamente y traerme el aciago don del miedo, el Señor de las Pesadillas. Había oído su voz días antes, surgiendo de espacios indescifrables, llamándome con insistencia. Antaño, muchos años ha, cierto día se marchó, sin razón ni previo aviso, pero había vuelto como el amo que reclama su propiedad. Recuerdo que, de niña, estando ya muy enferma de aquella anemia misteriosa cuyo origen el médico no llegaba a determinar, la vieja ama de llaves adornó la habitación con flores blancas y olorosas. Desde entonces, mis noches estuvieron libres de su presencia, de pesadillas; ya no me volvió a visitar. Mas había regresado, aunque viejo, muy viejo, casi hasta la descomposición.
De súbito, paradójicamente, me fue invadiendo como otrora una paz profunda, substancial, y sentí deseos de que aquel ser se acercase. Unas sombras, cuatro o cinco, se movieron a su alrededor, de ojos brillantes y sesgados y fauces lupinas; los enemigos del hombre, el máximo exponente del mal entre los depredadores, hermanos de brujas y hechiceros, caminaban en la noche con su amo, el señor de las bestias, de las pesadillas, de los terrores atávicos y de la muerte. No tuve miedo, aunque había un sesgo patente macabro, que no era normal, en su presencia, que yo conocía demasiado bien y que no podía definir. Entonces, su voz extraordinaria, muy difícil de describir, que parecía venir de lejos, llegó hasta mí. Dijo:
-Fenecí sin los auxilios de la religión, lejos de mi patria y de los seres amados. Me dio muerte la traición en un país extranjero, donde martiricé y maté a muchos hombres en nombre de Cristo. Me cortaron la cabeza y fui enterrado sin ningún honor en una oscura abadía, yo que lavé el honor de mi patria y de mi rey. Te ruego que acojas mi ánima, pues solamente un alma bondadosa puede ayudarme a obtener el solaz que el vil final no me dispensó. ¡Dame paso, pues me urge entrar!.
Poco recuerdo de lo que sucedió a partir de ese momento, pero tuve la impresión de encontrarme nuevamente en la cama, presa de una gran debilidad. Antes de perder completamente el sentido, oí nuevamente aquella voz:
-Serás una oveja de mi redil, destacada entre las de mi congregación, y aprenderás a vivir alejada de las veleidades del mundo. Ahora gobierno sobre ti y, en lo sucesivo, harás cuanto te ordene.

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Está claro que tu blog se debe leer con la luz del sol... más que nada para evitar miedos a la oscuridad :-)

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Salvador Alario Bataller

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OBRA PUBLICADA A)CIENTÍFICA: 8 libros de Psicoterapia y Sexología (editorial Promolibro, valencia). 36 artículos especializados en diversas revistas (redactor de Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de Enlace, www.editorialmedica.com, y los artículos y otros textos se relacionan en la web). B)NARRATIVA: “La conciencia de la bestia”, edición privada, finalista (de los 15 finalistas) del Premio Planeta de Novela de 1997. “La ciudad desvanecida”, relato seleccionado por concurso de la revista Escribir y Publicar en su editorial Grafein Ediciones, Colección Escritura Creativa, integrante del volumen de cuentos ASI ESCRIBO MI CIUDAD (2001). “Descensus ad Inferos”, lo mismo que antes, pero este cuento pertenece al libro de cuentos “32 MANERAS DE ESCRIBIR UN VIAJE” , Grafein Ediciones (2002). “Maltidos. La Biblioteca olvidada”, Iván Humanes Bespín y Salvador Alario Bataller, Grafein Ediciones, Barcelona, (2.006). "101 coños, Ilustraciones y breves" (2008), Carlos Maza Serneguet, Salvador Alario Bataller e Iván Humanes Bespín. Ilustraciones de Vanesa Domingo Montón, Grafein Ediciones, Barcelona. "Antología Iberoamericana de MIcrorelatos" (2008),coautor, Ediciones Lord Byron, Madrid (en prensa) La acre lácrima (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Un estudio crítico del Necronomicón Apócrifo (2006), ensayo, en http://www.lulu.com/alario7 Las aventuras carpatianas del profesor Exhorbitus (2006), novela, autoedición, en http://www.lulu.com/alario7 Astrum Argentum . La vara del mago (biografía novelada de Aleister Crowley) (2006), novela, en www.lulu.com, en http://www.lulu.com/alario7 El murciélago monstruoso (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Nunca volví de cuba (2007), novela, en www.lulu.com, http://www.lulu.com/alario7 Cuentos en www.narrativas.com: Espejos (2007), Los pequeños (2007). La angustia última (2008). Lo que trajo la noche (2008). OBRA INÉDITA: Las nocturnidades de don Arturo del Grial, (2002), novela. Los ojos del moro (2003), novela. El doctor amor y las mujeres (2006), novela. La trama sináptica (2007), novela. Historias de amor, muerte y trascendencia (2007), novelas (dos novelas breves relacionadas). Los estados intestinales (2007), novela. Cuando cazaba pelos (2008), novela breve Cuentos completos (1999-2008) Blogs: http://clinica-psicomedica.iespana.es http://alario1.blogspot.com http://undostrescuentos.blogspot.com http://undostrescuentos2.blogspot.com http://elloboylaluna.blogspot.com http://lasnocturnidades.blogspot.com http://nohaymentesincerebro.blogspot.com
 

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