Découvrez la Radio Jazz vocal
ENCONTRAR a Angela Carter fue un regalo de lo empíreo, digámoslo así, como sucedió con Borges, Tolkien, Lovecraft, Machen o Bernhard, por nombrar sólo a unos cuantos que dieron días (más bien noches) felices... Retoma algunos cuentos clásicos y resalta un tanto ese lado oscuro contra el que el cuento tradicional se erige triunfante: la pasión, la violencia básica, la sexualidad, en menor medida la agresividad (la violencia es su patología), ese lado oscuro que ella trata a veces de un modo un tanto acre, en ocasiones con humor, cuyo favorecimiento, digámoslo aunque parezca cosa manida, puede llevarnos a la hecatombe. En relación con esto, desde luego, no todos sus finales son felices.
Agreguemos a lo anterior algunos datos de la escritora: Angela Carter (1940-1992) enseñó literatura inglesa en la Universidad de Bristol y desde 1976 a 1978 en la universidad de Sheffield. Vivió un tiempo en Japón. Publicó su primera novela Shadow Dance en 1963, a la que siguieron La juguetería mágica (premio John Lewellyn Rhys) en 1967 y Nuevas percepciones (premio Somerset Maugham) en 1968. Noches en el circo (1984) obtuvo el James Tait Black Memorial Prize y el libro de cuentos que estamos comentando, La cámara sangrienta (1.979) el Chentelham festival of Literature Award, publicada entre nosotros en Minotauro (como Héroes y Villanos, Mujeres sadianas y Varias percepciones).
Los cuentos que integran La cámara sangrienta son extraños, sensuales, revisitaciones de personajes archiconocidos: hombres lobo, vampiros, Barba Azul, amantes tigres, el Gato con Botas (de éste dijo Auberon Waugh, critico del Evening Standard que merecería estar en todas la antologías de prosa de este siglo o de cualquier otro), presentando un erotismo posiblemente perturbador para algunos, moviéndose siempre en esa línea difusa que separa la sexualidad de la violencia, sin estar ausente la renuncia por el otro y la ternura.
Entre todos ellos yo prefiero dos, uno de vampirismo y otro de licantropía, los menos aparentes en esa tradición, pero siempre presentes, La dama de la casa del amor y Lobelicia; en realidad, todos ellos me resultan una delicia y son historias magníficas. Solamente un relato me ha hecho sentir esa densa melancolía, ese tiempo pleno de tristeza, ese deseo impar encerrado entre muros viejos, tan inmanente al romanticismo negro y especialmente al vampirismo, además de la bella vampiresa de Carter, y precisamente es un relato sobre el tema, de Cortázar, El hijo del vampiro, que una casualidad me llevó a leer, aunque hacía bastante tiempo que lo tenía en mi biblioteca, en los cuentos completos del gran escritor argentino.
Agreguemos a lo anterior algunos datos de la escritora: Angela Carter (1940-1992) enseñó literatura inglesa en la Universidad de Bristol y desde 1976 a 1978 en la universidad de Sheffield. Vivió un tiempo en Japón. Publicó su primera novela Shadow Dance en 1963, a la que siguieron La juguetería mágica (premio John Lewellyn Rhys) en 1967 y Nuevas percepciones (premio Somerset Maugham) en 1968. Noches en el circo (1984) obtuvo el James Tait Black Memorial Prize y el libro de cuentos que estamos comentando, La cámara sangrienta (1.979) el Chentelham festival of Literature Award, publicada entre nosotros en Minotauro (como Héroes y Villanos, Mujeres sadianas y Varias percepciones).
Los cuentos que integran La cámara sangrienta son extraños, sensuales, revisitaciones de personajes archiconocidos: hombres lobo, vampiros, Barba Azul, amantes tigres, el Gato con Botas (de éste dijo Auberon Waugh, critico del Evening Standard que merecería estar en todas la antologías de prosa de este siglo o de cualquier otro), presentando un erotismo posiblemente perturbador para algunos, moviéndose siempre en esa línea difusa que separa la sexualidad de la violencia, sin estar ausente la renuncia por el otro y la ternura.
Entre todos ellos yo prefiero dos, uno de vampirismo y otro de licantropía, los menos aparentes en esa tradición, pero siempre presentes, La dama de la casa del amor y Lobelicia; en realidad, todos ellos me resultan una delicia y son historias magníficas. Solamente un relato me ha hecho sentir esa densa melancolía, ese tiempo pleno de tristeza, ese deseo impar encerrado entre muros viejos, tan inmanente al romanticismo negro y especialmente al vampirismo, además de la bella vampiresa de Carter, y precisamente es un relato sobre el tema, de Cortázar, El hijo del vampiro, que una casualidad me llevó a leer, aunque hacía bastante tiempo que lo tenía en mi biblioteca, en los cuentos completos del gran escritor argentino.
Y recordemos que, ante todo, al cuento lo mueve el miedo (ante la existencia) y el deseo (de una vida mejor). Pero eso cuesta y hay que apoyarse en buenos pilares (bondad, honor, justicia, conocimiento y no poco afán) y, cómo no, ganárselo, desde el individuo hasta los que rigen la vida de la comunidad... Veremos qué se hace.
5 Comments:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Salvador Alario Bataller
Lugar:
Avda, Blasco Ibáñez, nº.126, 6º, 28ª
Valencia
46022
Spain
Teléfono:
963724197
E-mail:
alario7@msn.com
Enviar un mensaje a este usuario.
Un abrazo
Hannah.
Mi enhorabuena
Muchas gracias por tus palabras que me acompañan en esta noche de lluvia y silencio.
Julieta