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CRONICAS ANALECTAS DE UN ECOUTEUR NOCTAMBULO
Todos pueden hablar y decir lo que les venga en gana
En La conciencia de la bestia, una novela que publiqué en el 2000 y quedó finalista del Premio Planeta de Novela del 1997 (v., abajo, en un post de este mes), lo referí: El Strigoi –nombre rumano para denominar al demonio y, por defecto, al vampiro- (hoy perteneciente al invisible), tiene resonancias balcánicas, la música es suave, se puede hablar y ser escuchado sin dificultad, la gente va a la suya y, sobre todo, hay poca luz.
Del bestiario común, su raigal por lo general es el barrio, me interesan unos cuantos de los habituales, me divierten especialmente sus conversaciones. En textos sucesivos presentaré algunas de ellas y, huelga decir, que son enteramente reales.
Así como hay voyers, a mi me excitan las palabras –me mueven la mente no la méntula, aclárese-, porque, entre otras pocas cosas, me agrada sobremanera escuchar, eso sí, muy selectivamente; cuando lo que se habla es prosaico, la solución es fácil, me escucho a mí mismo, me tomo un café y me voy. Por estas razones me he calificado antes como un Écouteur (del francés escuchar) noctámbulo, porque me entusiasma escuchar buenas conversaciones y plasmarlas en pliegos como éste, especialmente al amparo de la noche, después de la hora bruja.
En la mesa de al lado se sientan nuestro poeta gay –por lo demás, el más hombre de cuantos hombres he conocido- Ricardo Meynart y el granítico Martín Sepulcro del Lobo, catedrático de Psiquiatría, de reconocido talante conservador. Como Borges dice que serlo es una forma de escepticismo, de desconfianza… En la otra mesa conversan Arturo del Grial y Valle Digno, personaje peculiar, con un caballero enigmático, un tal Lanzarote Morgano y Almanegra, al cual pocos conocen, menos aún han visto, y del quel se asegura que es una creación literaria. Un rumor le señala de psicópata.En todo caso, les escucharé otro día. Ahora, tomándome tranquilamente la copa me concentro en lo que hablan mis vecinos.
-Aquí cualquiera se cree con derecho a opinar y un burro puede contradecir a un sabio –dice irritado Meynart.
-Si, la ignorancia siempre ha sido muy atrevida.-Una cosa es un juicio y otra muy distinta una opinión –prosigue el poeta, después de tomar un sorbo de su escocés-.Todo juicio está argumentado y tiene un fundamento sólido, como que el agua es H2O; la opinión es algo meramente subjetivo, sin mayor contraste, pero sucede que en estos tiempos si yo digo que es mejor El Libro Gordo de Petete que la obra de Valle Inclán, nadie le tapa la boca ni se impide el desmán, quedando la cosa, en este sistema demagógico, en situación de igualdad, si no de superioridad. Todo lo que pretende ser de masas entraña ahora la apariencia de validez.
-Tienes razón –responde Martín, arrebolado por la ira, la mandíbula tensa-. Además, te sacan en cualquier programa basura de la TV a un profesor de Astrofísica junto al Mago Perico. Uno dice cosas que el público no entiende y calla, y el otro bufonadas, que la masa asimila y aplaude. Por lo tanto, lo que ha primado es la opinión del charlatán y no el juicio del científico.
-Mal hecho por parte del astrofísico.-Pero si no lo hace, no se oye una voz razonable y predominan en los medios de información falacias y sesgos mil. Pero, al final, los que tienen dos dedos de frente, acabarán resignándose y diciendo eso que he oído demasiadas vece esta semana: “Tienes razón, pero las cosas están así”. El inmovilismo lleva a la perpetuación del desastre, del pan y circo de nuestros días.
-Malos tiempos.Martín, con gesto descorazonado, repone:
-No reconozco la tierra donde nací. Esto en vez de ser España, es ya Expaña y no solo por la plétora de expedientes X, si no por lo mucho de lo que se ha perdido.
-Muy bueno, eso me ha gustado –contesta Meynart, con una sonrisa triste.-¡Escuchemos al pato Donald, cuanto dice es mejor que lo del ínclito catedrático!.Meynart se encoge de hombros, alicaído, enciente un pitillo y agrega de inmediato:
-Bueno, mientras no entre por esa puerta una gallina y nos eche una soflama.-Ufff… -se estremece el otro-. Eso sería el Mal en estado puro.
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me gustó eso de "Écouteur (del francés escuchar)"...experiencias didácticas para compartir..
besos!!