Découvrez la Radio Jazz vocal
Ayer se falló el Premio Planeta de Novela del 2005, suscitando más polémica que nunca, pese a que es una replicación del constante amañamiento, injusticia y vacuidad de los premios literarios actuales. Solo muy pocos, que sirven al mercantilismo editorial, van a poder tener los dones de las publicación y de la difusión de sus escritos, a despecho de que sus productos sean hueros, pésimos en forma y contenido, deleznables de todo punto, en suma, y contribuyan claramente a la intensificación de la idiocia general y creciente de los tiempos que vivimos: uno que no piensa no puede criticar y, por lo tanto, ejercer oposición a ese monstruo de poder global que nos ahoga al límite. Resulta patético que en una época en que la información es pletórica en medios, los contenidos sean tan pobres, vulgares y falaces.
El que los premios literarios estén amañados se ha denunciado repetidamente: en su momento Vargas Llosa no pudo terminar a tiempo la obra que Planeta le encargó y le dieron el premio a Sánchez Dragó, pero sí se lo concedieron al latinoamericano al año siguiente. Recordemos plagios de famosos, negros en las sombras y lo que vino después: concesiones por la moda, los amiguismos de siempre y los premios se nos llevaron de “niñas bonitas” y “lindos niños” que llenaron con sus letras de escoria las páginas que un público ganso y desinformado consumía, posiblemente, creyendo tener entre manos el mejor producto de las letras hispanas y no una pestilente excreta.
Lo que dijo Juan Marsé públicamente, que a esa gente le gusta la vida literaria y no la literatura; sí, y a los editores les gusta el euro no la palabra. Después de Torrente Ballester y de Muñoz Molina no hubo nada que apreciase en esos premios, conclusión que tengo respecto al gris común de las publicaciones que hoy en día suelo leer: son muy pocas las que te despiertan algún interés, no digamos las que me hagan vibrar con su magia. Salvo algunos casos, siempre nos quedan los clásicos.
Que se amañe un premio para un autor consagrado es algo que no puede defenderse, aunque su calidad y su obra puedan hacernos desviar la mirada o entibiar la crítica; que nunca se lo den a alguien desconocido es algo asumido, tan cierto como que el hombre duerme, pero que solamente prosperen los mismos, acates al sistema, es algo muy grave, una indignidad. Esta es una forma más de la injusticia e inmoralidad propias de un mundo esquizofrénico, que recompensa al revés, que se destruye y muere por el poder que cuatro porfían por mantener y acrecentar en este mismo mundo caótico que ellos han generado.
En suma, tratemos de hacer nuestro pequeño espacio personal en este panorama umbrío, sigamos escribiendo los que amamos la literatura, aunque la cosa vaya a peor y no tenga remedio.
Adenda: En 1997 quedé finalista en este mismo premio con La Conciencia de la Bestia y me enteré casi un año después por casualidad, al decírmelo uno de mis profesores. La publiqué a título personal, aunque tenía editor (lo cual fue un error dado que la inexistencia de sello editorial limita muchísimo las posibilidades de un libro) y me dediqué a escribir temas profesionales (ahí no hubo ningún problema). Ganaron José Manuel de Prada y Carmen Rigal y, sinceramente, no pude pasar de las dos primeras páginas de sus novelas. Del primero después leí Coños y me gustó, no me entusiasmó (no es raro este sentimiento ante lo que leo) y nada más, por lo cual no puedo ni quiero hacer ningún juicio cabal sobre el uno o sobre la otra. En definitiva, después vinieron dos volúmenes en Grafein (Así escribo mi ciudad y 32 maneras de escribir un viaje, están en posts anteriores junto con La Conciencia de la Bestia) con otros autores y nada más, de momento, aunque están en el cajón varias novelas acabadas y muchos cuentos que posiblemente nunca verán la luz (alguna cosa distinta puede haber en un futuro). Tampoco me empeñé esforzarme en publicar, mi cráneo estuvo mucho más interesado siempre en mi profesión. Que me hubiera gustado un Planeta, por supuesto, nadie lo negaría, porque, entre otras cosas, escribimos por el motivo que hacemos muchas cosas en esta vida, para tener éxito, para tener eso que se llama admiración. Es así y quien lo niegue, miente.
Nada, un saludo a todos y a más ver.
Salvador Alario Bataller, Egosum.
6 Comments:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Salvador Alario Bataller
Lugar:
Avda, Blasco Ibáñez, nº.126, 6º, 28ª
Valencia
46022
Spain
Teléfono:
963724197
E-mail:
alario7@msn.com
Enviar un mensaje a este usuario.
me encanta como desarrollas los articulos de verdad!!¡¡Son de singular y esquisita calidad!!
Saludos
Un saludo cordial.
Hannah.
Un abrazo, Salva.