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SALVADOR ALARIO BATALLER
EL MURCIELAGO MONSTRUOSO
-Independiente de las anteriores-

*

Los antiguos dieron diferentes nombres a
éstos: larvas, lémures. Amaban el vapor de
la sangre derramada y huían del filo de la
espada.

ELIPHAS LEVI, LA CLAVE DE LOS MISTERIOS



Guardián abre tu puerta,
abre tu puerta y entraré.
Si no abres la puerta y no puedo entrar,
forzaré sus candados, despedazaré sus dinteles,
haré levantar los muertos para que devoren a los vivos.

Del DESCENSO DE LA DIOSA ISTHAR AL PAIS INMUTABLE



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Permítanme que les cuente una historia de amor, de misterio y de muerte. En ella conocerán a un hombre sabio, a una bella enamorada y, como no, a un villano inefable.
Si la propuesta es de su agrado, amigo lector, que su mano de vuelta a la hoja y caminemos juntos por una tierra peligrosa, de castillos confundidos en la niebla y límites umbríos.

***

CARTA DEL PROFESOR HANS ULLRICH PRETORIUS AL PROFESOR FRIEDRICH WILHEM ABRONSIUS, ENCONTRADA SIN FECHA EN UNA VIEJA MANSION DE KRAIOVA, RUMANIA:

Unicamente a ti, querido amigo, puedo recurrir en los intrincados asuntos y momentos de la existencia. El instante supremo ha llegado. Ellos han vuelto a su cubil. Que la luz de los justos nos lleve por la senda de la extinción de las huestes del mal.


El resto de la carta resulta ilegible a causa del efecto de la humedad sobre el papel.


***

CARTA DEL PROFESOR S.H. BROADHURST A MR. ARTHUR BRAITHWAITE LOWREY

Aquí te entrego, amigo mío, lo esencial de una historia insólita. Cuando abras este sobre sabrás que Hellen murió en circunstancias tan excepcionales que, aún hoy, cuando han pasado cincuenta y seis años, me veo incapaz de explicar. Nuestros diarios son enteramente tuyos, para que puedas juzgar sobre sus testimonios lo que nos sucedió en tierras de Centroeuropa. No debes atribuir lo que allí encuentres a la mano de un hombre desesperado, ni a la enfermedad de una mujer que ha encontrado el eterno descanso. Espero que mi categoría profesional y nuestra vieja amistad sean avales lo suficientemente poderosos para conseguir tu imparcialidad y recto juicio.
Este es, en suma, el testimonio de los terribles acontecimientos que nos involucraron durante casi un año, la confesión de un hombre que no busca la comprensión ni el beneplácito de sus semejantes, sino solaz para su espíritu fatigado.
Tuyo, siempre afectísimo.

Dr. SHEPHERD HARALD BROADHURST

Connerville, Devonshire, G.B; 10 de Agosto de 1.959

***


A modo de advertencia

No puedo evitar manifestar que los hechos que se relatan en los diarios del matrimonio Broadhurst me han sobrecogido grandemente. Sin embargo, testimonios tan singulares hubieran provocado la hilaridad en manos impías, en quienes ignorasen el talante del profesor y la mediación de un difunto. Los aparentes desvaríos que leí, no obstante con el mayor interés, pareciéronme propios de un hombre abatido por la locura y no por la eminencia que tuve el honor de conocer. Pero pasando por alto este hecho desagradable, en ocasiones no llegué a saber qué pensar, tan sumido como me encontraba en la perplejidad más absoluta. Al final del diario del profesor, encontré una carta de mandatario húngaro, una especie de gobernador lugareño. En ella se traslucía, en cierta medida, la confirmación de las sospechas de mi amigo sobre determinado aristócrata que un día conociera de la mano de su colega el Dr. Von Ashaer. También hallé el manuscrito de esta excelente persona y me tomé la libertad de ordenarlo cronológicamente con los demás diarios y anotaciones.
Jamás llegaré a saber ni el grado ni la naturaleza de las inquietudes que en vida conturbaron al insigne científico y, además, no tengo intención ni deseos de especular sobre ello. Ahí quedan, pues, los pliegos, para que los sopesen personas más capaces que algún día, tras mi muerte, los pudieran encontrar.


ARTHUR BRAITHWAITE LOWREY, Ph.D.
Caverley, 30 de Agosto de 1.959

Una nota introductoria

Hay en nuestras vidas momentos discordantes. En ocasiones, pasamos de la alegría a la tristeza sin término medio y amamos con la misma facilidad que sentimos indiferencia, odiamos e, incluso, deseamos la muerte. Intentamos rebelarnos contra todo, si bien hacemos de principios deleznables normas directrices en las que sostener una existencia feble y efímera. Un día creemos conocer la razón de las cosas y a la mañana siguiente, comprendemos que nada sabíamos. Juzgamos al prójimo con el mayor desenfado, enfureciéndonos cuando se nos aplica el mismo rasero. Se anhela el gobierno de las almas, sin conocerse uno mismo. Una mañana maldecimos la época en que vivimos, la religión que profesamos y el gobierno de la nación y, a la noche, nos confesamos fieles seguidores de las costumbres. Nos prosternamos ante ídolos cambiantes, aunque siempre retornamos al dios de nuestra infancia y de nuestros abuelos. También la vida misma, parte consubstancial del hombre, puede considerarse, por esta misma razón, como un tráfago absurdo de eventos disarmónicos. Las sombras de la noche pueden ocupar, sin mediación alguna, los recovecos donde hasta entonces brillaba el sol.
Pero es necesario ya que me presente. Soy biólogo de carrera y en el momento en que se inicia este relato, hacía apenas un mes que había contraído matrimonio. Hellen era una joven virtuosa, en la que la ternura del corazón y la pureza de los sentimientos igualaba una belleza exquisita. No tenía yo, a decir verdad, grandes motivos de queja. A la edad de treinta años me fue concedida la Cátedra de Zoología en la Universidad de Oxford y mis publicaciones sobre la materia fueron bien recibidas por los científicos de la época. Especializándome en el orden quirópteros, realicé en el curso de los cinco años subsiguientes a mi nombramiento, numerosos experimentos que hoy se consideran clásicos. A raíz de la publicación en The British Scientific Review del trabajo titulado "Estudio comparado de las variedades de murciélagos conocidos", fui propuesto para ocupar, en la más insigne sociedad científica del Imperio, el puesto que el difunto profesor Boole había dejado vacante. Por fin, el 30 de Diciembre de 18..., me codeé con las viejas glorias nacionales. A pesar de mi juventud, poseía una alta categoría profesional. Un sueldo digno, junto a una herencia paterna considerable, me permitían vivir cómodamente y sin preocupaciones ecónomicas. En vista de todo ello, me consideraba justamente un hombre afortunado. Pero no hay rosas sin espinas y la llave giró en la vieja cancela de la puerta que lleva al oscuro camino del cual se apartan los hombres con horror. Entonces, la felicidad se fue, tan fácilmente como había llegado.
He de hablar, sin embargo, un poco más de mi vida y de la época en que me tocó vivir, para que quien lea este escrito tenga el mayor conocimiento posible de las personas que sufrieron juntas. Cuando aún joven estudiaba en el Trinity College, tuve excelentes profesores y aprendí con provecho Historia Natural. Me tocó en suerte conocer un tiempo de grandes cambios, que las más de las veces fueron considerados como enormes insultos contra la dignidad de esa especie que, no con poca petulancia o ironía, llamamos Homo sapiens. Freud estuvo inspirado al decir que el hombre había recibido tres grandes golpes contra su narcisismo y autoimagen: el descubrimiento copernicano de que la Tierra no era el centro del Universo, el descubrimiento darwiniano de que no existíamos independientemente de los demás animales y el suyo propio, del poder de fuerzas desconocidas, inconscientes y a veces incontrolables, que gobiernan -según su juicio- casi la totalidad de nuestra vida psíquica.
Adiós teoría geocéntrica,... que ahora, aunque efímeramente, brille el sol. Au revoir producto divino,... pues como especie sometida a evolución somos esos otros animales, surgidos con ellos y de ellos y no de un acto especial de creación. Hasta nunca control consciente, racional,... porque las motivaciones intrapsíquicas, que eluden la tiranía de la voluntad, reclaman un sitio en el cotidiano quehacer.
Empero, hubieron muchos más hechos de referencia obligada, dada su gran trascendencia en el mundo de la cultura y de la ciencia. I.P. Pavlov postuló el reflejo como mecanismo básico de la actividad nerviosa superior y, por ende, de la conciencia y del pensamiento. Para mayor preocupación de la gente especulativa, demostró con gran rigor experimental que la capacidad de aprendizaje no era, en ningún modo, exclusiva del humano, sino que se hallaba ampliamente distribuida en las especies inferiores... ¡Libre albedrío, que joya de escaso valor, que oropel entre los oropeles!. El condicionamiento iba tomando un lugar de primacía para comprender las formas complejas del comportamiento de los seres vivos, así como las elementales. Con ello, el estudio de la vida consciente desde la Fisiología se hizo popular entre los hombres de ciencia. De nada servía el alma o el espíritu, ni siquiera la "psiké", a la hora de explicar nuestros actos, nuestra actuación en el escenario del mundo, porque ya no formaban parte de la naturaleza humana, cuya pirámide se había erigido sobre argumentos escandalosamente ambiguos. Para algunos, las viejas entelequias no habían sido otra cosa que mistificaciones burdas, urdidas astutamente por inmorales poderosos y seguidas acríticamente por lerdos sin ninguna importancia. Otros, los más moderados, se contentaron con aducir que aquello que no podía medirse no interesaba a la ciencia y que el andar filosofando por la vida no representaba más que una pérdida lamentable de tiempo. Los valores y conceptos primordiales que habían sido consolidados a lo largo de los siglos pervivieron, no obstante, en la mentalidad de la masa, puesto que, parafraseando a Voltaire, el pueblo trabaja seis días a la semana para encerrarse el séptimo en la taberna. Además, a fuerza de no pensar, se les había enmohecido el cerebro. Tampoco la Nueva Era conmovió demasiado a los filósofos -los "pensadores"- excesivamente acostumbrados a "Faire Chateaux en Espagne". A despecho de todo ello, no cabía la menor duda de que se estaba produciendo una verdadera revolución intelectual. Nada de charlas de taberna, nada de voceradas para exaltar a los desgraciados de este mundo, los desheredados de la tierra, los parias. Quienes iban a la cabeza de la Intelligentza en aquella época tenían los pies en el suelo y se ensuciaban la bata... Cuando pienso que todo esto ha ocurrido solamente en el curso de una vida, no puedo soslayar preguntarme qué habrá de suceder mañana, que miríficos descubrimientos deparará el futuro. El Positivismo, fundamento teórico de la Ciencia Experimental -aunque solo en parte- acabó imponiéndose sobre formas burdas de analizar los hechos y aquello que no encajaba en el Método Hipotético-Deductivo/Inductivo-Experimental, o bien no existía o bien no interesaba. Entonces, viviendo donde vivía, participando de la virulencia de una época tan genuina, ¿cómo podría siquiera atreverme a revelar a la opinión académica sucesos tan extraordinarios?. No poseo la menor evidencia con la que demostrar lo que vi, cuanto viví, y los conocimientos y experiencias que he acumulado con el paso de los años no pueden ser verificados.
Pero vayamos ya, no sin dolor por mi parte, al asunto principal que motiva este pliego. He aquí el comienzo de todo : Viajé a una lejana nación, diluida en oscuridades y poseedora de insondables misterios. Era un país anclado en un pasado remoto, de pequeñas aldeas hundidas en la nieve y viejos castillos confundidos en las brumas de altivas cordilleras. Visité ese territorio escondido que no figura en ningún mapa oficial, donde todavía perviven extrañas tradiciones y la gente cree en la actuación de fuerzas que escapan a la razón. Sin embargo, pongo a Dios por testigo que viví un horror sin igual y el primer actor de la tragedia no puede ser descrito en términos comprensibles.
Pronto tendré el consuelo de dejar este mundo y no tengo ciertamente el menor apego a la vida para defender mis ideas y luchar por mis convicciones. Solo me queda la esperanza de la trascendencia a la muerte, que sé, de todo punto, que existe efectivamente. Por estas razones, tú, Arthur, mi querido y gran amigo, eres el recipendiario de la crónica de los sucesos amargos que me han llevado a la desgracia. Sabes que me retiré, ahora hace cincuenta años, a mi residencia campestre en Devonshire, sin querer ver a nadie, ni siquiera a ti, un lugar tranquilo y alejado de las veleidades mundanas, donde poder olvidar, ordenar mis pensamientos y esperar, en gracia, el postrer momento. No podía confesar ese secreto terrible porque hubiese podido perder la confianza de los mejores amigos y todo mi prestigio científico, que tan arduos esfuerzos me costó obtener. Así pues, guardé celosamente el gran misterio, pues de propalarlo, me hubieran tomado por loco.









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Salvador Alario Bataller

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OBRA PUBLICADA A)CIENTÍFICA: 8 libros de Psicoterapia y Sexología (editorial Promolibro, valencia). 36 artículos especializados en diversas revistas (redactor de Cuadernos de Medicina Psicosomática y Psiquiatría de Enlace, www.editorialmedica.com, y los artículos y otros textos se relacionan en la web). B)NARRATIVA: “La conciencia de la bestia”, edición privada, finalista (de los 15 finalistas) del Premio Planeta de Novela de 1997. “La ciudad desvanecida”, relato seleccionado por concurso de la revista Escribir y Publicar en su editorial Grafein Ediciones, Colección Escritura Creativa, integrante del volumen de cuentos ASI ESCRIBO MI CIUDAD (2001). “Descensus ad Inferos”, lo mismo que antes, pero este cuento pertenece al libro de cuentos “32 MANERAS DE ESCRIBIR UN VIAJE” , Grafein Ediciones (2002). “Maltidos. La Biblioteca olvidada”, Iván Humanes Bespín y Salvador Alario Bataller, Grafein Ediciones, Barcelona, (2.006). "101 coños, Ilustraciones y breves" (2008), Carlos Maza Serneguet, Salvador Alario Bataller e Iván Humanes Bespín. Ilustraciones de Vanesa Domingo Montón, Grafein Ediciones, Barcelona. "Antología Iberoamericana de MIcrorelatos" (2008),coautor, Ediciones Lord Byron, Madrid (en prensa) La acre lácrima (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Un estudio crítico del Necronomicón Apócrifo (2006), ensayo, en http://www.lulu.com/alario7 Las aventuras carpatianas del profesor Exhorbitus (2006), novela, autoedición, en http://www.lulu.com/alario7 Astrum Argentum . La vara del mago (biografía novelada de Aleister Crowley) (2006), novela, en www.lulu.com, en http://www.lulu.com/alario7 El murciélago monstruoso (2006), novela, en http://www.lulu.com/alario7 Nunca volví de cuba (2007), novela, en www.lulu.com, http://www.lulu.com/alario7 Cuentos en www.narrativas.com: Espejos (2007), Los pequeños (2007). La angustia última (2008). Lo que trajo la noche (2008). OBRA INÉDITA: Las nocturnidades de don Arturo del Grial, (2002), novela. Los ojos del moro (2003), novela. El doctor amor y las mujeres (2006), novela. La trama sináptica (2007), novela. Historias de amor, muerte y trascendencia (2007), novelas (dos novelas breves relacionadas). Los estados intestinales (2007), novela. Cuando cazaba pelos (2008), novela breve Cuentos completos (1999-2008) Blogs: http://clinica-psicomedica.iespana.es http://alario1.blogspot.com http://undostrescuentos.blogspot.com http://undostrescuentos2.blogspot.com http://elloboylaluna.blogspot.com http://lasnocturnidades.blogspot.com http://nohaymentesincerebro.blogspot.com
 

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